Función en el colegio (fragmento)Orio Vergani
Función en el colegio (fragmento)

"Giorgio es antipático. Resultaría difícil decir por qué. Él no sabe que es antipático. Sonríe a sus compañeros, presta al que se lo pide su diccionario —el más elegante y lujoso de la clase, con encuadernación de piel encarnada y rótulos dorados—, ha regalado cigarrillos a su vecino de pupitre, incluso a Mario, aunque no sea amigo suyo, el día en que este lo encontró fumando en el retrete que los chicos bien educados del Gimnasio aún llaman, con un latín de seminarista, el licet.
Giorgio le dijo:
—¿Quieres fumar? Tengo siempre cigarrillos. Se los quito a mi hermana. Espera...
No solamente tiene cigarrillos, sino que los lleva en una pequeña y elegante pitillera de plata, decorada con una fusta y una herradura de esmalte. Dentro están sujetos, con una cintita elástica que parece de oro, cinco cigarrillos.
—La pitillera es de mi padre. Aún no se ha dado cuenta de que la utilizo yo. Tiene muchas. Cada vez que va a Roma trae alguna nueva. También tiene tres encendedores; pero de éstos se acuerda muy bien. ¿No fumas?
Sí. Mario fuma. Quería decir que no, porque Giorgio es antipático, no solamente para él, sino para cuantos forman su «grupo». Cesare Rovidotti, Massimo Valeriani, Franco Serafini, Cecchino Carnevalini, Carletto Marini, todos están de acuerdo con Mario desde que ingresaron en la escuela. También este curso, el quinto, Giorgio sigue siendo tan antipático como siempre; es preciso hacérselo comprender y, sobre todo, no se le debe dar confianzaa. Giorgio se muestra soberbio porque su padre es rico, y pasa los exámenes porque su padre es amigo del director —el coto de La Quercia, del que es socio el ingeniero Ercolani, está siempre abierto para el señor director, que aunque cobre solo una ganga o una chocha a la noche siempre vuelve a casa con el zurrón lleno—; y cuando los domingos, antes de ir a misa, va de paseo con su hermana, con la señorita Cora, que anda tan erguida como si en el mundo no hubiese más mujer que ella, no saluda a los compañeros y parece que a diez pasos de distancia vaya diciendo con la mirada «¡Apártate!», o ¡Hazte atrás, vil mecánico!», como aquel personaje de Los novios que cayó bajo la espada del padre Cristóbal. "



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