Las sanguijuelas del tiempo (fragmento)Gustav Meyrink
Las sanguijuelas del tiempo (fragmento)

"Mi abuelo encontró el descanso eterno en el cementerio de Runkel, una pequeña ciudad ignorada del mundo. Sobre una lápida invadida por una espesa capa de musgo, se pueden leer bajo la fecha ya desvahída cuatro letras doradas inscritas en una cruz, y de un brillo tan intenso que parecen recién grabadas: Vivo. Lo que significa en latín: vivo, me explicaron cuando, aún muy pequeño, leí por primera vez aquella inscripción. Y desde entonces habita en mi alma, como si el mismo difunto me la hubiese gritado desde el fondo de la tumba.
Vivo, vivo ¡extraña inscripción para una lápida! Aún hoy resuena en mí. Me basta con pensar en ella para que aparezca ante mis ojos lo que veía entonces: mi abuelo –a quién nunca llegué a conocer–, que yacía allí, intacto, con las manos plegadas, los ojos claros y transparentes como el cristal, abiertos e inmóviles.
Como un hombre que, en el reino donde todo se descompone, se mantiene incorruptible y espera serenamente la resurrección. "



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