Vida de un desconocido (fragmento)Andreï Makine
Vida de un desconocido (fragmento)

"Una tarde jugaron a descender en trineo un monte nevado. Los azotó en la cara el aire frío, les nubló la vista el polvo de nieve y, en el momento más emocionante del descenso, el joven, sentado detrás, susurró: «Nadenka, te quiero». Mezclado con el silbido del viento, con el estridente crepitar de los patines, el murmullo resultó casi inaudible. ¿Una declaración? ¿El ulular de la tormenta?Jadeando, con el corazón palpitante, remontaron la ladera y se lanzaron de nuevo monte abajo, y otra vez el susurro, más quedo, declaró aquel amor que se llevó en el acto la tormenta blanca. Nadenka, tequiero...
"¡Bendito Chéjov! En sus tiempos aún podían escribirse cosas así".
Shútov se imagina la escena: el frío excitante, los dos enamorados tímidos... Hoy lo tacharían de melodramático, se reirían de esos «buenos sentimientos». Totalmente pasado de moda. ¡Pero funciona! Lo juzga como escritor. Sí, ahí está el rasgo que distingue a Chéjov: ese arte de salvar con naturalidad lo que otros habrían anegado en almíbar. Sí, ese "Nadenka, te quiero", susurrado en medio del remolinear de la nieve, funciona. Sonríe amargamente,acostumbrado a desconfiar de sus propios entusiasmos. "Funciona por esta botella de whisky", se dice,y se sirve otro vaso.Y también porque se siente solo en un apartamento en el que ahora vive una ausente, esa joven, Léa, que pasará al día siguiente a recoger sus cosas, unas cajas de cartón que hay junto a la puerta; losa que sepulta una esperanza de amor. "



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