Patos salvajes (fragmento)Mori Ogai
Patos salvajes (fragmento)

"Durante sus paseos, Okada no hacía más que ojear las librerías de viejo. En Ueno-Hirokôji y Nakachô todavía hoy quedan dos o tres de aquella época. En Onarimichi, las librerías siguen igual que antes. En Yanagihara, han desaparecido por completo. Y, en Hongô-dôri, la mayoría ha cambiado de dueño y de emplazamiento. Que Okada saliera sólo en contadas ocasiones por el Portal Rojo y torciera luego a mano derecha se debía a que Morikawachô era un barrio de callejuelas angostas y asfixiantes, difícil de transitar, pero, indudablemente, otra de las razones era que, en aquella época, había una única librería de viejo en su lado oeste.
El hecho de que Okada curioseara por las librerías de viejo se debía, empleando un término moderno, a que era aficionado a la literatura. Con todo, en aquella época, aún no habían surgido ni la narrativa ni el teatro modernos y, en el terreno de la poesía lírica, todavía no habían nacido ni los haikude Shiki ni los wakade Tekkan, por lo cual todo el mundo leía revistas como Kagetsu Shinshi, estampada en papel importado de China, o como Keirin Isshi, impresa en papel blanco chino, y el no va más del refinamiento en aquella época lo representaba la poesía romántica kôrende Kainan o Mukô, entre otros. También yo era un apasionado lector de Kagetsu Shinshiy por eso lo recuerdo: fue esta revista la que publicó la primera traducción de una obra occidental. Si mal no recuerdo, narraba la historia de un estudiante occidental asesinado en el camino de vuelta a casa y fue traducida al estilo coloquial por Kanda Takahira. Creo que fue la primera novela occidental que leí. En aquella época, lo único que podía hacer un amante de la literatura como Okada era leer con avidez las vicisitudes de aquel nuevo mundo narradas en estilo clásico chino.
Yo era una persona de natural poco sociable y, a no ser que tuviera algún asunto concreto que tratar, no solía entablar una conversación con los estudiantes con quienes me encontraba en el recinto de la universidad. Incluso por lo que respecta a los huéspedes de mi misma pensión, sólo en contadas ocasiones me descubría ante ellos en ademán de saludo. Fue sólo gracias a las librerías de viejo por lo que llegué a trabar amistad con Okada. A diferencia de éste, en mis paseos yo no seguía una ruta determinada, pero, como era muy andariego, me dirigía, en sentido longitudinal, de Hongô a Shitaya, continuaba hasta Kanda y, en cuanto veía una librería de viejo, me detenía. "



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