Crisótemis (fragmento)Yannis Ritsos
Crisótemis (fragmento)

"Plácida tarde de finales de verano. Soleada. Una que otra nube. Algo como el primer soplo del otoño. Una periodista joven, enviada por un importante grupo de publicaciones, remonta el antiguo y mítico cerro, atraviesa las puertas que ya nadie vigila, sube las escaleras de piedra y golpea el aldabón de la casa señorial que se halla casi en ruinas. Con la palma de la mano percibe el calor del metal. La anciana Señora, en persona, baja a abrirle. La conduce hasta una espaciosa sala que huele a polvo, a rosas marchitas, a seda y a terciopelo enmohecidos. La joven se dirige a ella con gran respeto. Le explica el motivo de su visita, «Una entrevista», le dice. Algo le comenta, además, sobre su «libertad pura, silenciosa y solitaria». La Señora, visiblemente conmovida, con un rubor infantil en su rostro pálido y surcado de arrugas, hace girar con los dedos pulgar y medio de la mano derecha una curiosa sortija que lleva en el anular de la mano izquierda. La escucha con una atención educada, en la que apenas si se adivina cierta ausencia, cierta perplejidad y una predisposición imprecisa. Silencio. Las empolvadas lágrimas de cristal del candelabro lanzan de cuando en cuando algún reflejo. Afuera, en el jardín, se oye apacible la voz del viejo jardinero que conversa, quizá, con un pájaro o con un perro, o tal vez con una flor. Inmediatamente después se dejan oír las cigarras con un ímpetu repentino. Entonces la anciana Señora, como alentada y protegida por aquel confuso abejeo, comienza a hablar con un tono moderado que, sin embargo, no oculta un cierto matiz de un bienestar lejano e inexplicable.
Un pájaro se posa en el alféizar de la ventana. Da su beneplácito. Emprende el vuelo. "



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