Alrededor del Cabo de Hornos (fragmento)Holger Drachmann
Alrededor del Cabo de Hornos (fragmento)

"Su nombre era Hans, pero con gran equidad se había ganado el nombre de "Perro Celestial", a causa de usar artículos de segunda mano.
Vivía en casa de su padre, comiendo pan de varios días y llevando ropa ajada. Su mejor amigo era un mestizo rabón llamado Munter.
El perro es más inteligente que dos personas juntas, decía Hans. Es tan inteligente que no habla, tan salvaje que sólo balbucea estupideces, y siempre es mejor guardar silencio.
Oh-dijo el anciano-, porque al mismo tiempo se sentía triste y orgulloso de su vástago. Estos días escucharemos a Troth farfullar acerca de los días en los que navegó alrededor del Cabo de Hornos-¡tres veces!-
Y el anciano le guiñó un ojo a su hijo y el hijo le devolvió el guiño.
Lo primero que tengo que decir es provenía de Hamburgo, de una casa vieja que todos habían abandonado, excepto yo, por lo cual se burlaban de mí, y así juré que no me verían hasta que hubiera recorrido el Cabo de Hornos no menos de tres veces.
En el esquife de Hamburgo había un barco añejo y su capitán era un hombre de edad.
Le pregunté si podía enrolarme con el resto de la tripulación. Tenía a Munter conmigo.
¿Es tu perro?, me preguntó el capitán Rhederen en alemán.
Sí, le respondí en danés. Es un muy buen perro para el servicio.
Entonces no se habló más del asunto. Pero cuando me disponía a subir a bordo, el capitán me preguntó:
¿Éste es tu perro?
Ya se lo dije. Le llamo Munter.
Deja a ese perro en tierra.
¡En absoluto! Apenas había tiempo para discutir las cuestiones del alquiler en Beetle Bailey, de modo que Munter y yo subimos a bordo.
La disciplina de nuestro viejo capitán y del primer oficial era impecable. Era todo lo que pedía.
Munter todavía estaba en frente del trinquete. Era muy inteligente. Nunca llegó hasta la popa del palo mayor.
Tan pronto como nos hicimos a la mar, se nos dijo que nuestro destino era la isla de Jamaica.
¿Está muy al sur el Cabo de Hornos?, le pregunté al segundo de a bordo.
Tenía el labio leporino y me mostró sus colmillos con osadía.
Con un aspecto un tanto blanquecino, respondió: ¡No en este momento, Hans!
Entonces dejaré el barco para llegar hasta el Cabo de Hornos.
Aquí estás muy bien.
Llegamos finalmente a Jamaica.
Yo cumplía con mi oficio y Munter se adaptaba perfectamente, de modo que no había la más mínima razón para que el viejo desechara al perro. Así lo hizo de todos modos de una manera muy desagradable. Cogió un cubo y lo llevó sobre el hombro derecho hasta el perro, que yacía en la cubierta.
¡Pagadle!-gritó.
Ven, y vamos a abonarte la factura inmediatamente.
Mira hacia fuera-me susurró el segundo de a bordo- y vi un pequeño bote con tres policías a bordo: había sido arrestado y llevado a tierra. "



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