Caballos desbocados (fragmento)Yukio Mishima
Caballos desbocados (fragmento)

"Los veinte chicos rodeaban a Isao, quien, colocándose a espaldas del santuario, se dedicó a observarlos con atención. Ellos, a su vez, le miraban silenciosos, oportunidad que Isao aprovechó para contemplar los destellos que despedían sus ojos, fruto a la vez del fuego interior y de la luz solar que les daba de lleno en los rostros. Isao sintió que todos ellos necesitaban desde tiempo atrás un incandescente poder que los elevara a los cielos y sintió también la casi frenética dependencia que demostraban ante él.
-Habéis hecho bien en reuniros aquí hoy en asamblea-les dijo Isao, rompiendo el silencio-. Nada podría hacerme más feliz que veros así, juntos, para lo cual algunos habéis tenido que venir de tan lejos como Kyushu. No falta un solo hombre. Sin embargo, he de deciros que no he hecho esta convocatoria (aunque podáis haber pensado lo contrario) porque tuviera un propósito definido. No lo tenía en absoluto. Habéis venido desde puntos muy distintos de la geografía japonesa siguiendo la luz indicadora que veíais ante vuestros ojos y el sentimiento que latía en vuestros corazones. Sin embargo, habéis venido en vano.
De pronto el grupo entero se agitó y pudo escucharse un intenso susurro. Isao levantó un poco la voz.
-¿Comprendéis? La asamblea de hoy carece en absoluto de sentido. No tiene ningún fin. No tengo ninguna misión que confiaros.
No dijo más y el susurro fue decreciendo. El silencio reinó por fin entre los reunidos, mientras la noche se apoderaba de la escena. "



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