Mi tío Benjamín (fragmento)Claude Tillier
Mi tío Benjamín (fragmento)

"La burguesía no solicita puestos de trabajo, vive con abundante dicha en su hogar y mantiene sus ingresos. Los comerciantes, raras veces se hacen ricos. Los obreros trabajan mucho, pero se hallan en el extremo, en el umbral de la pobreza, llorando sin cesar.
La sociedad celebra orgías públicas en el cabaret, quizás por ignorancia. Todas las personas se esfuerzan por concebir una buena historia, en lugar de enrevesadas intrigas o burdas bromas.
Muchos se reúnen en día de mercado en la plaza pública para representar la comedia de la vida. Los campesinos traen sus suministros a la ciudad, fruto de su continuo martirio, de sus días crueles y absurdos. La justicia no es más que una mera escena burlesca.
Mi abuelo pasó por muchas dificultades, mi abuela era una mujer que fue acusada de no ser capaz de ver si la fuente estaba llena cuando iba a la iglesia.
Permanecía en mi recuerdo como una niña de sesenta años. Después de seis años de matrimonio, ella dio a luz a cinco hijos, tanto niños como niñas que malvivieron con el insignificante beneficio del trabajo de mi abuelo. Cenábamos siete con sólo tres arenques, sin pan, y con algunos sorbos de vino, ya que mi abuelo poseía un pequeño viñedo que era una fuente inagotable de vino blanco. Los niños eran utilizados por mi abuela en distintas tareas de acuerdo a su edad y fuerza. El mayor, que era mi padre, llamado Gaspar, lavaba los platos. Los niños y niñas eran fuertes y sus padres estaban contentos.
Mi tío Benjamín vivía con su hermana, que medía cinco pies y diez pulgadas y tenía la costumbre de llevar pantalones color escarlata confeccionados con la misma tela, medias de seda gris perla y zapatos con hebillas de plata, además de un abrigo de larga cola negra, casi tan larga como su robusta espalda. Mi tío era médico. No sé si los pacientes tenían gran confianza en sus habilidades, pero él, Benjamín, confiaba muy poco en la medicina: a menudo decía que un médico había hecho lo suficiente si lograba no matar al paciente.
En ocasiones compraba una carpa grande y se la daba a su hermana para que la guisara. Mi tío Benjamín, conforme a todo lo que él sabía, era un hombre alegre, divertido, espiritual... ¿cómo podría faltar al respeto a la memoria de mi tío abuelo? "



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