Estallidos y bombardeos (fragmento) "En el orden de la vida recibo acercamientos desde todas partes para que me libere de las pretensiones de individualismo y autoexpresión" K. Jaspers. Como bombardero, en Menstham Camp, estaba instruyendo a una brigada en un rincón del enorme campamento, mientras que otros bombarderos lo hacían no muy lejos de donde yo estaba. Resonaban nuestras voces marciales. Tronaban los rifles al colocarse junto al pie derecho, las manos golpeaban con dureza el cuerpo del rifle. El pequeño asistente de campamento, que había sido un plácido sargento en tiempos de paz y que poseía una condecoración por la guerra sudafricana, entró en el campo acompañado de un sargento primero. Tras mirar a su alrededor, el sargento primero señaló en mi dirección, y ambos avanzaron hacia donde yo me encontraba. Durante un rato el asistente se mantuvo detrás de mí, aunque antes me dijo: «Continúe, bombardero». Di un grito bronco con la intención de que los rifles descendieran elegantemente de aquellos desmañados hombros hasta plantarse en tierra firma, en algo parecido a un bangunánime, y luego de nuevo hacia arriba con un respetable ¡presente! Yo quería que este sargento me recomendara a una comisión en el Colegio de Cadetes de Artillería en Exeter (donde más tarde me enviarían) y mi impecable estilo en la plaza de armas venía secundado de manera imperfecta por el grupo de mineros, robustos aunque lentos de movimientos, al que debía ejercitar. La presencia del sargento los alarmó, y uno o dos de los reclutas perdieron el control de sus rifles, que dieron algunos extraños giros e incluso abandonaron sus manos para caer al suelo en medio de un estrépito deshonroso e impropio de un soldado. " epdlp.com |