El viejo hombre y sus hijos (fragmento)Heoin Brú
El viejo hombre y sus hijos (fragmento)

"Se presenta ante el pastor y le pide permiso para buscar trozos de madera. El espíritu púrpura de Ketil decidió al pastor de inmediato. Se levantó y le pidió a su esposa que le trajera los zapatos de piel. -Será mejor que te acicales antes de ir -le advirtió su esposa. Pero él pensaba que esto era innecesario, así que simplemente se limitó a sacar unas hebras de tabaco y a mascarlas, mientras se atusaba la rala barba. Había tres arañas muertas que se aferraban a la parte delantera de su suéter. Finalmente se marchó.
[...]
En el pueblo de Sørvág cada puerta permanece abierta de par en par y los aldeanos sonríen amistosamente desde las escaleras de sus casas, invitando a todos a pasar. "No te quedes ahí fuera, entra y toma un bocado" -dicen-. Y la limitada sala de la casa está completamente llena, aunque aún queda mucho espacio en sus amigables corazones.
Esa mañana, cuando fue dada la alarma convocando a todo el mundo a la caza de la ballena, Ketil y su hijo Kalv estaban cultivando el heno en el prado, cerca de la aldea. En el instante en que ellos escucharon los gritos, arrojaron sus guadañas y se dieron prisa en volver al hogar. Los taxis estaban ya poniéndose en marcha y las lanchas palpitaban en el distante muelle. Pero Ketil pensó que ellos deberían caminar. "No tenemos suficiente dinero" -dijo. A Kalv no le importaba caminar por las montañas, pero Ketil intentó hablar con él con respecto a ello. "Es estúpido querer emplear el dinero en taxis". Tocó sus piernas con las manos y luego extendió éstas hacia los lados. "Si conservamos el dinero y lo usamos para comprar carne de ballena, obtendremos una pieza enorme". Ese razonamiento persuadió a Kalv y estuvo de acuerdo en caminar. Se equiparon convenientemente. Cogieron un garfio para ballenas, un arpón, un trozo de cuerda, una piedra fundida, una lanza y partieron.
"Fíjate, padre, qué rápido van los taxis" -dijo Kalv con cierta envidia, mientras caminaba un tanto encorvado por la carga que llevaba.
"Piensa únicamente en esa gran pieza de carne, muchacho, y no te quejes. Llegaremos a tiempo a Sørvág. Seamos tenaces. Ahora ve al paso hasta la colina. No hay prisa. No necesitamos recorrer una docena de veces el camino a Sørvág. "



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