Por qué no uso reloj (fragmento)Luis Buñuel
Por qué no uso reloj (fragmento)

"Estaba escribiendo una carta sin importancia, por lo tanto lo que voy a narrar no fue sugestión producida por un especial estado de conciencia, ni debió ser un sueño, ya que momentos antes estuve dando caza a una impertinente mosca que me molestaba de continuo hablándome al oído – como esos viejos sordos, que cuchichean bajito y pesadamente cosas insoportables- y al día siguiente de mi aventura encontré su cadáver en el ataúd que le formó la tapa del tintero.
Me hallaba, pues, escribiendo. De pronto oí cerca de mí un tictac más fuerte que los demás y como pronunciando con el solo objeto de llamar la atención; pero cuál no sería mi estupefacción al encontrarme frente a frente con el ser más extraño que pudo crear la imaginación.
Tenía dos pies, uno de plomo y el otro de pluma; el cuerpo lo formaba una varilla de acero mohoso, y la cabeza no era otra cosa que un disco de latón dorado con un desigual bigote en forma de saetas y dos minúsculos ojillos, como esos que tienen los relojes para darles cuerda. Todo él demostraba un empaque y una jactancia verdaderamente insoportable.
Admirado, aun cuando ofendido le interrogué:
- Dígame usted, ¿por qué se ha introducido en mi cuarto sin haber tenido la discreción de llamar a la puerta?
El extravagante hombrecillo no se inmutó por mi desabrimiento y replicó con mucho desenfado:
- Caballerete, desde que usted ha nacido anda conmigo y no se ha dignado, hasta ahora, de hacerme tales preguntas.
Amoscado por este tono despectivo dije yo:
- Contenga usted la lengua y no me aplique el título de Caballerete, pues tengo otros más honoríficos-, y para probarlo iba a sacar de mi pupitre documentos que lo acreditasen.
- Calma, joven- me respondió-. Yo soy tan viejo como usted no puede ni soñar y mi edad me permite hablarle en este tono autoritario.
- Entonces, ¿quién es usted?
-Soy el Tiempo.
Un ¡oh! De estupor, perfectamente circular, se dibujó en mi boca. Pero él se apresuró a continuar:
- No se asombre, porque el materializarme en esta forma no fue más que por pura simpatía hacia usted. Por otra parte quiero hacerle revelaciones que acaso le interesen.
Al decir esto se arrellanó cómodamente en un cojín. Con el asombro consiguiente vi que el reloj de la pared y el despertador se desplazaban de su sitio y, moviendo la cola, iban a lamerle los pies. Entonces no me cupo ya la menor duda de que era con el propio Tiempo con quien hablaba. "



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