La pata del gato (fragmento) "La tía Melina era una mujer muy vieja y muy malvada, que tenía una boca sin dientes y un mentón lleno de pelos. Cuando las niñas la iban a ver al pueblo no dejaba de besarlas, lo que no era muy agradable a causa de su barba, y aprovechaba para pellizcarlas y tirarles de los cabellos. Le encantaba obligarlas a comer pan y queso que había puesto a enmohecer especialmente para su visita. Además la tía Melina afirmaba que sus sobrinas se le parecían mucho y decía que al final del año se convertirían en su más fiel retrato, lo que resultaba aterrador tan sólo de pensarlo. -Pobres niñas -suspiró el gato-. Me parece un castigo muy severo por un viejo plato desportillado. -¿Y tú por qué te metes? Si las estás defendiendo, tal vez tú las ayudaste a romper el plato. -¡No! -dijeron las pequeñas-. Alfonso nunca dejó la ventana. -¡Silencio! ¡Todos ustedes son iguales! Se defienden unos a otros. De todos no se hace uno. Un gato que pasa los días durmiendo... -Puesto que lo toman así -dijo el gato-, mejor me voy. Marinette, ábreme la ventana. -El cielo se está despejando -observaron los padres con buen humor-. Mañana hará un día soberbio para que vayan con la tía Melina. Es una suerte. ¡Vamos, ya llovió suficiente! Eso no va a componer el plato. Mejor vayan a buscar leña al cobertizo. En el cobertizo las niñas encontraron al gato instalado sobre la pila de leña. A través de sus lágrimas, Delphine lo miraba asearse. " epdlp.com |