El mal de África (fragmento)Eduardo Garrigues
El mal de África (fragmento)

"Desde niño me había fascinado aquel pájaro gigantesco y desgarbado, cuya imagen había contemplado por primera vez en el grabado que había en el vestíbulo de mi casa, titulado La Chassé á l´Autruche (La caza del avestruz) e interpretado por un dibujante decimonónico francés que posiblemente jamás había tenido ocasión de ver uno de aquellos animales al natural. La estampa tenía el estilo oriental propio de la época y, sobre un fondo de palmeras y pirámides, representaba una escena de caza en la que un avestruz de aspecto muy enojado intentaba defenderse de una rehala de perros que le tiraba tarascadas a los muslos, mientras que unos cazadores con babuchas y turbantes armados con lanzas y cimitarras intentaban cortarle el pescuezo. El caudaloso río que aparecía al fondo de la imagen podía haber sido el Nilo.
En cualquier caso, la escena del grabado que recordé mientras el avión sobrevolaba el desierto había estimulado mi imaginación infantil. El avestruz estaba en la raíz de mi afición por viajar a lugares exóticos y en último término de mi vocación diplomática: no en vano las plumas del sombrero del embajador eran precisamente plumas de avestruz. Los servicios de protocolo de la República Democrática del Kalahari nos habían convocado a la inauguración de aquella planta de producción de avestruces con el señuelo de que asistiría el vicepresidente primero, Liberio Mombogo, que también ostentaba la cartera de Desarrollo Regional, y era uno de los hombres fuertes del gobierno. Pero mis colegas veteranos me habían advertido que el proyecto de la KUOP estaba financiado por un empresario de origen sudafricano, un tal Morelius von Rittner, que durante la época turbulenta que precedió a la independencia vendía armamento a la administración colonial sudafricana al tiempo que financiaba al movimiento de liberación nacional. Por lo que cuando llegó la independencia, Von Rittner pudo pasar factura a ambos bandos por los servicios prestados. Aun así, los diplomáticos que nos hacinábamos en los asientos del pequeño avión de hélice que sobrevolaba un desierto de dunas rojizas nos preguntábamos cómo se les había ocurrido construir lo que ya nos habían descrito como una planta costosa y sofisticada en la zona más inhóspita del país. "



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