Don Camilo (fragmento)Giovanni Guareschi
Don Camilo (fragmento)

"Oyeron un disparo de pistola, y todo se complicó en el pueblo: Un desconocido, de noche, había disparado contra alguien, y Peppone, el alcalde comunista, denuncia, ante su Estado Mayor local, que la reacción está aprovechando el episodio para desacreditar el Partido.
A todo esto, había llegado la Navidad, y Peppone ayudaba a don Camilo a poner el Belén. Con sus manazas, repintaban las figuritas del Belén, mientras comentaban el disparo de la otra noche:
-Te digo que la bala me pasó rozando la frente. Si no echo la cabeza hacia atrás en aquel momento, me deja seco. ¡Un milagro!
Peppone estaba terminando de repintar la carita del Niño:
-Pero, don Camilo, usted sabe quién fue. Siento haber fallado, pero estaba demasiado lejos, y las ramas de los cerezos estaban de por medio.
-Sí, Peppone, lo sé, pero no hay nada en el mundo que me haga violar el secreto de la confesión. Peppone suspiró, y siguió pintando. Ya había acabado con el Niño, le había pintado el cuerpo de color rosa, lo miró, y le pareció sentir sobre la palma de su mano la ternura del calor de aquel cuerpecillo. Lo dejó en el Portal, y don Camilo puso a su lado a la Virgen. Y luego, al lado, al borriquillo, y dijo: Éste es el hijo de Peppone, ésta es la mujer de Peppone. Y éste es don Peppone, dijo don Camilo colocando al burro.
-¡Y éste es don Camilo!, dijo Peppone colocando al buey.
-Bah! Entre bestias siempre nos entendemos bien, concluyó don Camilo. Peppone salió a la noche helada de la llanura Padana, pero ya estaba tranquilísimo, porque todavía sentía en el hueco de la mano el calor del Niño de color de rosa. Era como una poesía que había comenzado cuando comenzó el mundo."



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