Los caminos del Señor (fragmento)Vladimir Volkoff
Los caminos del Señor (fragmento)

"Al otro lado de la calle, el césped hacía de espejo sobre el que se reflejaban las fachadas iluminadas por la luna.
Las casas permanecían estancadas en la opaca sombra.
La casa en cuestión se hallaba en el mejor lado.
Una ridícula lámpara brillaba justo por encima de la puerta principal. Las ventanas no estaban iluminadas. Los arbustos acechaban al pie de la empalizada.
El tiempo era realmente agradable. De buena gana hubiera dormido al fresco.
-Ve tú primero -dijo Rapsberry. Yo te cubriré. Toma esto.
Chuck asió la linterna y la encendió. Proyectaba un círculo blanco sobre la escena.
-Aquí no, dentro. ¿Te estás moviendo?
Chuck podría haber cruzado el césped para tratar de abrir la puerta principal. Sabía que algunas personas nunca cierran las puertas de sus casas. De todos modos, prefirió probar suerte en la parte trasera. La perspectiva de éxito era más probable.
Se fue por el callejón de asfalto que rodeaba la casa. Caminaba a través de un oscuro pasillo, con ventanas a la derecha y justo por encima de él. La oscuridad era total en el interior de la casa. Sintió que si intentaba entrar, las sombras lo rechazarían.
Se detuvo en la esquina. La hierba que se extendía tras la casa estaba inmersa en la luz de la luna. ¿Se aventuraría allí? Sería como desnudarse.
Pero finalmente lo hizo, después de tomarse el tiempo suficiente para hacer acopio de valor. Una nueva energía se abría paso en él. De un salto se encontró en el porche de atrás.
El piso de madera se hundía bajo su peso. Cogió el pomo de la puerta y se volvió con precaución, olvidando que su espalda era reflejada por los bajos ángulos de la luz lunar.
En el interior, olía a limpio. Con el fin de no hacer ruido, o tal vez para no ensuciar el encerado -su madre le había enseñado bien-, se quitó los zapatos.
El negro interior no se mostró hostil, como había temido en un principio. Por el contrario, Chuck se sintió atraído por esas oscuras profundidades. Caminaba como si se dejara caer en el vacío. Extendió su mano derecha hacia delante, poniendo en tensión los dedos, sosteniendo con la izquierda la linterna, que aún estaba apagada.
La oscuridad no era como la había imaginado. Era una oscuridad clara, a causa de la luz de la luna, que entraba en cascadas a través de todas las ventanas y proyectaba su halo sobre el fregadero, el refrigerador, una mesa-buffet, cada uno dispuesto en su lugar correspondiente. No obstante uno de los objetos sólo lo percibió cuando lo tuvo justo enfrente, todo un peligro para sus confiados pies. Chuck casi volcó el taburete, pero lo capturó antes de que cayera en el margen de un segundo. Se deslizó de una habitación a otra, tanteando la pared con la esperanza de encontrar una puerta, pero se golpeó la nariz contra un espejo.
La alfombra era peligrosa para los pies descalzos. Era como si cientos de filamentos vidriosos hostigaran la piel desnuda. No sabía cuántas habitaciones había. Tal vez había recorrido el mismo espacio varias veces. Pero él continuaba mirando la oscuridad más densa, con el fin de precipitarse en ella.
Empujó una brillante superficie de paneles y de repente se encontró en medio de la oscuridad total. Las persianas estaban cerradas y las dobles cortinas corridas y la puerta se cerró tras él. Encendió la linterna, presionando con el pulgar. Nadie lo podía ver desde fuera. En el círculo de luz apareció una niña durmiendo sobre su almohada. "



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