La tercera margen del río (fragmento), de Primera HistoriasJoão Guimaraes Rosa
La tercera margen del río (fragmento), de Primera Historias

"Mi hermana se cambió, con el marido, para lejos de aquí. Mi mano resolvió y se fue, para una ciudad. Los tiempos cambiaban, en lo despacio apresurado de los tiempos. Nuestra madre acabó yéndose, de una vez por todas, a residir con mi hermana, ya andaba avejentada. Yo me quedé aquí, en últimas. Yo nunca que podía querer casarme. Permanecí, con las valijas de la vida. Carecía de mí nuestro padre, yo lo sé -en la vagancia, en el río en lo páramo- sin dar razón de sus hechos. Sea lo que sea, cuando quise averiguar de veras, y de derecho indagué me dizque dijeron: según constaba que nuestro padre, alguna ocasión, hubo revelado la explicación al hombre que preparó para él la canoa. Pero, ahora ese hombre ya había muerto, nadie supiera, ni que hiciera recordaciones, de nada, más. Sólo las pláticas falseadas, sin sensatez, como por motivo, al principio, en la avenida de los primeros desbordes, con lluvias que no estaban, todos se temían el fin-del-mundo, alegaban: que nuestro padre fuera el aleccionado como Noé, que, por lo tanto, la barca él había anticipado; pues ahora me entreacuerdo, Mi padre, nada de mal agüeros con él. Y ya empezaban a aparecer en mí unos primeros cabellos canos. Soy hombre de tristes palabras. ¿Qué era de lo que yo tenía tanta, pero tanta culpa? Si el padre mío, siempre haciendo ausencia: y el río-río-río, el río -poniendo perpetuo. Yo sufría ya el comienzo de la vejez -la vida era sólo la morosidad. Yo mismo tenía achaques, bascas, aquí en los bajos, flojeras, pachorras de reumas. ¿Y él? ¿Por qué? Habría de padecer mucho muy seguido. De tan anciano, días más o días menos, que iba a flaquear del vigor, y dejar que la canoa se volteara, o que errara al garete, en la llevada del río, para despeñarse horas abajo, en el catarateo y en el tumbo del torrente, bravo, con el hervor y muerte. De apretar el corazón. El estaba allá, sin la tranquilidad mía."


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