Acción en Áquila (fragmento)Hervey Allen
Acción en Áquila (fragmento)

"De repente todo esto había resultado insoportable para el coronel. Había tratado de emplear el mayor tiempo posible de la licencia concedida para permanecer en su hogar, pero no pudo hacerlo bajo esas circunstancias, pensando malgastar el tiempo que aún le quedaba de ese precioso mes intentando explicar lo que sentía a malhumorados vecinos y dudosos amigos. Lo que necesitaba, sobre todo, era calma y sosiego. Para ser rigurosamente ciertos, también algo de convivencia. Así que con bastante presteza concluyó sus asuntos en la Plaza Kenneth, alquiló la granja y vendió alguno de sus animales y sin decir nada ni despedirse de nadie, tenía todo dispuesto para ponerse en camino una mañana, al alba, a Philadelphia.
Era cerca del final de Septiembre y la primera vez que en el aire de aquella temprana mañana se respiraba el toque helado del otoño. También era la primera vez que el coronel había regresado a su hogar con una Licencia. Se sintió feliz y libre de preocupaciones, casi como un niño. No le habría importando incluso cantar. Pero él conocía demasiadas personas serenas como para permitirse el lujo de cantar a esa hora tan intempestiva de camino a Philadelphia, además de temer ciertos comentarios que podrían ser perniciosos, engalanado ya con el brillante uniforme. Una extraña figura, con su sombrero de cordones áureos deslustrados y sus enormes fauces rebosantes de humor, sus ojos fruncidos a causa del sol y unas quemaduras completamente negras para ocultar una expresión juvenil que podría no ser adecuado para un coronel de caballería. Eso nunca haría que el coronel del sexto regimiento de Pennsylvania se sintiera más joven de lo que en verdad era. Del mismo modo que nunca rompería el silencio de la mañana entonando una canción. Alguien se asomaría a la ventana y diría: “Ahí va Nathaniel Franklin, totalmente borracho”, “Otra vez ebrio”. Así se expresarían. Los conocía perfectamente, con sus narices aplastadas contra el panel de la ventana, olisqueándole. Pronto se libraría de ellos y estaría combatiendo de nuevo en el frente. Justo entonces se comprometió a silbar en vez de cantar y conducir como un poseso. "



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