Judex (fragmento)Arthur Bernède
Judex (fragmento)

"Y la pregunta dolorosa, ominosa, se posó en su espíritu:
-¿Y si todo eso fuera cierto? ... ¿Y si realmente entre todas mis víctimas hubiera una, rebelde, que ha emprendido una guerra atroz. ¡La mitad de la fortuna!, clamó Favraux, en medio de la confusión de todo su ser. Si cediera, estoy perdido. ¡Todo lo demás pasará! ¡No quiero! Y, sin embargo...
Tuvo la horrible sensación de que una mano invisible apretaba su garganta, tratando de estrangularle.
Se le escapó un grito ronco:
-¡Marie!
La imagen de la joven institutriz de ojos negros, negros como el infierno, se le apareció como una visión llena de un placer indescriptible.
Al pensar en aquella mujer que tanto deseaba, recompuso su ánimo.
-Ceder a tal requerimiento sería una cobardía, una estupidez. Si realmente existe ese enemigo, es mejor aguardar... aceptar el reto... participar en la batalla.
Galvanizado por su pasión hacia Marie Verdier, era consciente de la fuerza indomable y victoriosa que se adueñaba de él, dejando impune cualquier crimen de su pasado:
-Ahora acepto de buen grado la pugna, quienquiera que seas, Dios o Judas, veamos si eres lo suficientemente poderoso como para aniquilarme.
En los salones del castillo de Sablón, profusamente adornados con las más bellas flores, que irradiaban áureas, la elegante multitud se había sentido obligada a participar en los festejos.
Amaury de la Rochefontaine, radiante de felicidad, no dejaba a su prometida.
Jacqueline, que únicamente pensaba en su hijo amado, escuchaba sólo a medias las lisonjas que le prodigaba el marqués.
El banquero, iba de grupo en grupo, recibiendo las felicitaciones de sus invitados, arrogante como siempre. De vez en cuando, lanzaba una rápida mirada a la señorita Verdier, a la que había invitado a la cena.
La joven institutriz se había quedado ligeramente al margen, como presa del temor en medio de un mundo demasiado ostentoso para ella.
Favraux parecía haber olvidado por completo las amenazas de Judex, cuando Cocantin, impecablemente vestido con su abrigo de noche, y que estaba mezclado con otros de sus clientes, se acercó al banquero. "



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