Dos amigos (fragmento)Juan Bosch
Dos amigos (fragmento)

"Con aire molesto, el perseguido cerró la boca y Duck comprendió que a partir de esas palabras su amigo no hablaría más sobre el incidente. Se había sentado y con sus ojos serios observaba las afueras del pueblo. A lo lejos estaba el mar. El sol arrancaba reflejos de las aguas. Sobre una altura, a espaldas de ambos amigos, un viejo árbol extendía sus ramas poderosas. El grande se quedó mirando aquel árbol y Duck hubiera jurado que por sus ojos vagaba un aire triste y conmovedor. Al cabo de cierto tiempo se levantó, señaló aquel lugar con el hocico y dijo, como ordenando:
—Vamos a dormir un poco ahí.
Anduvieron lentamente y se acomodaron entre las raíces. Desde donde estaba Duck podía ver los techos de las casas, rojos y envejecidos, las calles llenas de arena y de toda suerte de objetos inservibles, la gente llenando la playa y recortándose sobre el cielo, la vela de una embarcación. Con la cabeza entre las piernas el amigo de Duck dormía plácidamente. Duck le miraba y sentía que una admiración extraordinaria por ese compañero llenaba sus venas de alegría. ¡Qué raro, qué suerte, qué atrayente perro era su amigo! Vivía como le daba la gana, sin amos, libre. Él se hallaba orgulloso de esa amistad. Su corazón cantaba como si en él se hubieran alojado jilgueros.
De vez en cuando una hoja arrancada por la brisa caía lentamente, dando vueltas, en la sombra donde los dos perros descansaban. Duck sentía deseos de jugar con ellas, de corretear y ladrar persiguiéndolas, pero temía despertar a su compañero. Se quedó, pues, tranquilo mientras la brisa acariciaba sus ojos y se los cerraba poco a poco. Era tarde ya cuando oyó al grande gruñir algunas interjecciones. Al levantar la cabeza, Duck se asombró de la hora. Pronto iba a oscurecer. En las calles empezaban a caer las sombras del crepúsculo y el cielo, allá lejos —donde se juntaba con el mar—, se llenaba de reflejos cárdenos.
—Me voy, me voy a casa. Se ha hecho muy tarde —dijo Duck asustado. El otro le miró con sorna.
—Joven —aseguró—, mi experiencia me ha enseñado esto que voy a decirle: si usted va a su casa hoy, le pegarán; pero si no va hoy ni mañana, sino pasado mañana, le recibirán alegremente, casi con una fiesta, le mirarán como a un resucitado y para usted serán las mejores caricias y los tratos más finos. Ahora, usted escoja entre esas dos perspectivas.
Duck pensó un momento. Acaso no le faltaba razón al amigo, y en verdad su deseo era seguir con él, aprendiendo a su lado, conociendo ese misterio que es la vida; pero tenía tanto miedo de hacer algo que no fuera aprobado por sus amos. "



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