Un desafecto (fragmento)James Kelman
Un desafecto (fragmento)

"No se sentían pesados. No llevaban bultos especialmente voluminosos. Él llevaba uno debajo de cada codo, vuelto hacia la salida de emergencia y hacia el corredor de la sala principal. Estaba acompañado de un grupo de profesores que discutía acerca de la representación navideña escenificada en la escuela hacía un par de meses. Este año Patrick había optado por no participar y era consciente de sentirse un tanto excluido de la algarabía. Una de las mujeres sonrió. Ella estaba contando un incidente acaecido entre ella y un alumno durante los ensayos. Patrick la miró. Se llamaba Alison y le tenía una consideración especial. Si no hubiera estado casada, hacía años que se lo habría pedido. Tenía una manera singular de comunicarse con la gente, de dirigirse a ellos, un movimiento rápido de la cabeza que parecía indicar que ella se daba cuenta de todo, cada pequeño detalle de lo que sucedía. Se giró para ver si el bar aún estaba abierto y una pipa cayó al suelo. El grupo miró lo que tenía en la mano. Él asintió con la cabeza gacha. Las encontré en la parte de atrás. Nos vendrán bien -dijo-.
Recogió la que se había caído. Se mantuvo en equilibro al borde de su asiento. Sonrió y se puso de pie. Llegó hasta el bar pidió que le sirvieran un zumo de tomate. O una de dos, pensó: conduciría solo al hogar y recorrería toda esa larga distancia o iría con el grupo. Alison lo comentó ocasionalmente. Esa noche ella había bromeado con él acerca del particular, pero en el fondo se lo planteaba seriamente. Se lo tomaría con seriedad. Ella tenía toda la razón. Quizás el zumo de tomate contaría también con su aprobación. Lo sorbía mientras la camarera se ocupaba de su cambio en la caja. Tenía un sabor horrible y gruñó. Esto era parte del problema alusivo a las bebidas no alcohólicas, lo insípidas que eran. No se podía hablar de zumo de tomate sin vodka. De regreso, comprobó que un bastardo entrometido llamado Desmond estaba examinando las pipas. Le hizo una señal a Patrick mientras se sentaba, frunciendo los labios de una manera irónica, como si dijera: ¡Qué agradable par de pipas!
Patrick se encogió de hombros. Les vendrían bien. "



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