Chicos prodigiosos (fragmento)Michael Chabon
Chicos prodigiosos (fragmento)

"El problema, a decir verdad, era precisamente que me ocurría todo lo contrario. Tenía demasiado material sobre el que escribir: demasiados edificios imponentes y miserables que construir, calles a las que dar un nombre y campanarios que hacer repicar; demasiados personajes que hacer emerger de la tierra como flores cuyos pétalos arrancaba de los complejos y frágiles órganos interiores; demasiados atroces secretos genéticos y crematísticos que desenterrar, enterrar de nuevo y volver a desenterrar; demasiados divorcios que conceder, herederos que desheredar, citas que concertar, cartas que desviar hacia manos malignas, inocentes criaturas que enviar a la muerte víctimas de fiebres reumáticas, mujeres a las que dejar insatisfechas y desesperadas, hombres a los que arrastrar hasta el adulterio y el robo, fuegos que encender en el corazón de viejas mansiones. La novela narraba la historia de una familia y para entonces constaba ya de dos mil seiscientas once páginas, cada una de ellas revisada y reescrita media docena de veces. Y a pesar de los años que llevaba en ello y de las ingentes cantidades de palabras utilizadas para plasmar los excéntricos devaneos de mis personajes, éstos todavía no habían llegado a su cénit. Me encontraba todavía lejos del final.
—Ya la he terminado —dije—. Bueno, prácticamente la he terminado. Ahora estoy..., ya sabes, dándole pequeños retoques.
—Estupendo. Esperaba poder echarle un vistazo en algún momento durante el fin de semana. ¡Oh, creo que allí viene otra! —Señaló una pequeña maleta con un estampado rojo a cuadros, también cubierta con un envoltorio de plástico, que avanzaba hacia nosotros en la cinta transportadora—. ¿Crees que será posible?
Recogí la segunda maleta —que era más bien un bolso con forma de achaparrada medialuna y goznes en los costados— y la deposité en el suelo junto a la primera.
—No lo sé —respondí—. Mira lo que le pasó a Joe Fahey.
—Sí, se hizo famoso —dijo Crabtree—. Con su cuarto libro.
John José Fahey, otro escritor auténtico al que conocí, sólo escribió cuatro novelas: Noticias tristes, Melancólico, Aplausos y despedidas y Ocho sólidos años luz de plomo. Joe y yo nos hicimos amigos durante el semestre que pasé como profesor invitado, hacía casi doce años, en una universidad de Tennessee, donde él coordinaba los cursos de escritura creativa. Cuando lo conocí, Joe era un escritor disciplinado, con un admirable talento para la digresión narrativa, que se vanagloriaba de haber heredado de su madre mexicana, y muy escasos hábitos malos o ingobernables. Era un tipo extremadamente cortés y a sus treinta y dos años tenía el cabello cano por completo. Tras el moderado éxito de su tercera novela, sus editores le dieron un adelanto de 125.000 dólares para estimularle a que les escribiese la cuarta. Su primera tentativa abortó casi de inmediato. Se lanzó bravamente a una segunda, a la que se dedicó durante un par de años hasta que llegó a la conclusión que era una pura mierda y lo dejó correr. "



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