Superluminal (fragmento)Vonda N. McIntyre
Superluminal (fragmento)

"Pasó un rato antes de que algo volviera a moverse cerca de él, y los sonidos desaparecieron. Radu movió las manos para ascender hasta que su cabeza apareció por encima del agua. Apenas necesitaba mover las piernas, pues el traje de baño le hacía flotar prácticamente. Se levantó las gafas. El grupo de ballenas —varias clases de ballenas, además de las orcas y las magníficas azules— enfilaban por la embocadura de la bahía, hacia el canal. Radu se puso nuevamente la máscara y las siguió. El fondo desapareció bruscamente. Radu siguió nadando. No tenía miedo, ni siquiera aprensión. Pronto estuvo tan cerca del grupo como lo había estado antes, quizás, incluso un poco más cerca, y su buen sentido logró hacerle superar el deseo que sintió de irse entre las ballenas. Pese a la bienvenida de Orca, sólo era un miembro temporal y honorario de su familia. Era un invitado terrestre, vestido de negro, entre seres que nadaban desnudos, jugando en el mar helado, cantándose los unos a los otros. Lentamente —tan despacio que no sintió el más ligero temor— una forma apareció bajo él. Era tan grande que su silueta desaparecía en la distancia, en la oscuridad. La ballena azul se irguió hasta que su ojo le miró fijamente a la cara. Desde lejos, la ballena azul le había asombrado. Más cerca, su tamaño le pareció imposible. Alargó la mano tan lentamente como se había acercado la ballena, temiendo que su caricia no fuese deseada. La ballena cerró el ojo, lo volvió a abrir, y no se movió. Radu tocó su piel. Era suave y blanda y cálida. Incluso cuando retiró la mano pudo sentir el calor de la ballena a través del agua. La gran ballena azul parpadeó, abrazando a Radu con su sonido. No te puedo entender, pensó Radu. Me gustaría, pero no puedo. Ni siquiera puedo hablarte en mi propio lenguaje, no con esta cosa de goma en la boca y a través del agua. La ballena azul parpadeó por tercera vez. La caricia musical cesó. La ballena se movió muy despacio, hacia adelante, deslizándose junto a Radu, sin hacer más ruido que una pluma en el aire. Se inclinó hacia abajo, para bucear. La presión del agua que desplazaba la ballena hizo recular a Radu. Permaneció inmóvil, fascinado por la presencia de la ballena. Toda una vida más tarde, las aletas de la ballena se deslizaron bajo él y se desvanecieron en las oscuras profundidades del mar. Radu se sumergió tras ella y nadó unos cuantos metros luchando contra la fuerza del traje, que le llevaba a la superficie.—Espera...Burbujas de aire rodearon su cara y su boca se llenó de fría agua salada. Aquello le hizo reaccionar. Se movió paralelamente a la superficie, emergió y jadeó y tosió. Ahora sabía cómo se había sentido Orca al enfrentarse al abismo; comprendió por qué había dejado la nave. Supo cómo se sentían en tránsito Vasili y Laenea. Supo lo que era conocer a un alienígena.
Buzos y ballenas se divertían ruidosamente, jugando a lo lejos, en el canal. Radu sabía que no podría reunirse con ellos. Dio la vuelta y regresó a la bahía, hacia las luces de la casa de los buzos. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com