Dolor a la luz del sol (fragmento) "Era justo la hora cuando, fortalecida por la siesta, la señora Ahmadou Mouth solía acercarse a su marido para tratar los asuntos domésticos, y discutir en particular su traslado de la ciudad. Porque, al celebrar el aniversario de su boda, se presentaba una oportunidad única para dar a conocer a sus invitados el anuncio relativo a un cambio de residencia, aunque ella estaba convencida de que no serían echados de menos. -Dejamos Mediavilla con vistas a la educación de mis hijas, diría; o quizás, Vamos a Cuna-Cuna para la graduación de mis hijas. Pero, desafortunadamente, la renuencia del señor Mouth a abandonar el hogar parecía aumentar a diario. Ella lo encontró dormido, un tanto rígido, asintiendo suavemente con la cabeza, cubierta con un bonito sombrero de paja. -Dime, negro, murmuró, pasando su mano como una pluma a lo largo de su rodilla. Dime, negro, he de irme. Era el tierno preludio a la tempestad. Evasivo y medio despierto, él le advertía que lo dejara solo, que estaba pensando. -Un negro que se pavonea. Vamos. -Estoy pensando. -¿Por qué tardas tanto? Exasperada, lo agarró del brazo. Pero por toda respuesta, el señor Mouth, cogió un volumen de himnos que estaba frente a él y le dio la espalda a su esposa. -Deberías salvarte a ti mismo, dijo ella cáusticamente mientras se dirigía a la ventana. Los olores de los algodonosos árboles oprimían el aire. En el profundo crepúsculo el alzamiento de la luna oscurecía la calle. -Este lugar no es saludable. Es demasiado húmedo. Si mis hijas enferman... murmuró ella con aprensión, mientras su esposo comenzaba a entonar un salmo en voz baja. Siempre con el Señor la vida de los muertos hallará la palabra inmortalidad." -Hay mejores casas que ésta en Cuna-Cuna, observó ella. -¿Cuántas veces he de decirte que no menciones la moderna Sodoma en mi presencia? " epdlp.com |