Voces anochecidas (fragmento) "Es una verdad: los muertos no deben aparecerse, saltarse la frontera de su mundo. Sólo vienen a desorganizar nuestra tristeza. Sabemos ya con seguridad: aquel tal ha desaparecido. Consolamos a las viudas, hemos llorado ya las lágrimas, completas. Por el contrario, hay de esos muertos que han muerto e insisten en aparecer. Fue lo que sucedió en aquella aldea que las aguas arrancaron de la tierra. Las crecidas se llevaron a la aldea, arrancada de raíz. Ni siquiera quedó la cicatriz del lugar. Se salvaron muchos. Desaparecieron Luis Fernando y Aníbal Mucavel. Murieron por dentro del agua, pescador por el río furioso. Su muerte era una certeza cuando una tarde volvieron a aparecerse. Los vivos les preguntaron muchas cosas. Asustados, llamaron a los militares. Compareció Raimundo que usaba el arma como si fuese un azadón. Estaba temblando y no encontró otras palabras: -Guía de marcha. -Pero tú estás loco, Raimundo. Baja esa arma. El soldado ganó coraje cuando oyó la voz de los difuntos. Les mandó que retrocediesen. -Volved allí donde vinisteis. De nada os valdrá que intentéis algo: seréis rechazados. La conversación no se resolvía. Surgió Esteban, responsable de la vigilancia. Luis y Aníbal fueron autorizados a entrar para que se explicasen frente a las autoridades. -A vosotros ya no se os cuenta. ¿Dónde pensáis vivir? Los aparecidos estaban ofendidos por la manera en que eran recibidos. " epdlp.com |