El día antes de la felicidad (fragmento)Erri de Luca
El día antes de la felicidad (fragmento)

"Antes de pasar por la comandancia de la revuelta a recoger las órdenes, bajé a Santa Lucia, adonde las mujeres iban a por el agua, me subí a un peñasco y arrojé al mar una hermosa piedra pesada. Era año nuevo para los judíos y debía serlo también para nosotros. En el curso de aquel día la ciudad disparó sus mejores fuegos, los disparos de la libertad. Los alemanes se retiraron perseguidos y acribillados desde todos los tejados y las esquinas de las calles. Dispararon sus últimos cañonazos desde Capodimonte. Uno aterrizó delante del portal de nuestro edificio y explotó hacia abajo. El judío, en el escondrijo, fue arrojado fuera del catre y se hirió en la cabeza. Se la vendó desgarrando la camisa. Me lo encontré por la noche cuando le llevé la noticia de que los alemanes habían salido.
"¿Qué han ganado ustedes?" No me creía.
"También usted ha ganado."
"Es la primera guerra ganada desde los tiempos de Judas Macabeo. Y también para nuestra ciudad es la primera vez que gana una guerra."
"También es la primera vez que se rompe usted la cabeza cayéndose de la cama."
Me preguntó si había tirado la piedra al mar. Sí, contesté, así que es año nuevo también para la ciudad. Le curé la herida, guardaba una botella de brandi para celebrar el final de la guerra, le limpié el corte con él. Nos bebimos un par de vasos, la cabeza nos daba vueltas. Subí las escaleras ayudándome con las manos.
Al día siguiente, la ciudad era libre. Los alemanes hicieron un intento por volver a entrar, pero fueron bloqueados y renunciaron. El salió apoyándose sobre mí con los ojos cerrados. Con las vendas alrededor de la cabeza era uno que surgía del otro mundo. La ciudad estaba destripada, nos fuimos al puerto. Los buques de guerra americanos eran como numerosos escollos grises surgidos en medio del golfo. El se apoyaba en mí y sacudía con fuerza los pies contra el suelo dentro de los zapatos alemanes. “No quiero volver a caminar de puntillas.” Por via Caracciolo pasaron las primeras camionetas con la estrella pintada en el capó. “Las estrellas han dado batalla, como está escrito en el canto de Débora, he aquí las estrellas en pleno día:
"Abra los ojos ahora, un poco, sólo una ojeada."
Se puso una mano delante de la frente y vio pasar la llegada de la libertad.
“Es usted libre”, dije, y nos abrazamos. Todos se abrazaban. Habíamos estado a punto de perdernos el día antes de la felicidad. "



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