Emergencia (fragmento), de CarnesponendasGerardo Deniz
Emergencia (fragmento), de Carnesponendas

"Jesucristo alzó con esfuerzo los párpados mientras su mirada inerte se posaba en el suelo, pocos pasos delante de la cruz.
Allí exactamente algo raro se removía bajo la tierra. Poco al principio, luego más y más. Los ojos del Redentor acabaron de abrirse, sin apartarse de aquel punto.
De pronto, con un impulso que hizo volar gránulos terrosos, salió allí a la superficie un gordo cuerpo pardo rodeado de horripilantes patas angulosas amarillas. Era un caradeniño, un mestizo, eso que en alguna región se atreven a llamar "muereterriendo". En una palabra, un Stenopelmatus. Enorme -10 centímetros-, mayor que sus parientes de otros rumbos -el grillotopo, cortón, alacrán cebollero, zarandija, changá...
Desorbitado, Jesús contraía el rostro con indecible espanto.
-¡Oh... no...! -gritó por último.
El soldado romano se hizo el sordo. Como las vociferaciones del crucificado empeoraban, se acercó de mala gana. Quizás advirtió dónde estaba clavada la mirada fija de Jesús. Más probablemente descubrió la alimaña por su cuenta. Le estampó un talonazo con la cáliga derecha. Nuevo alarido arriba.
-¡Qué asco, qué asco! -clamaba Jesucristo, convulsionándose y alzando el rostro al cielo.
Apenas el centinela regresó a su puesto, los lamentos redoblaron, pues echando una ojeada alrededor Jesús descubrió que, no lejos del horrible bicho inicial, habían surgido de la tierra el segundo, el tercero... Caso nada raro. Hace menos de 30 años, en un barrio de la ciudad de México salieron miles.
Un frufrú subrepticio anunció la llegada de Magdalena, alarmada.
-¿Qué ocurre, eh? ¿Qué te pasa ahora?
-¡Esos animales van a trepar por la cruz!, ¡me van a picar sin que pueda ni moverme!
Ella miró en torno. Vio y comprendió. Remangando instintivamente sus vestiduras, con sublime dominio de sí tragó saliva antes de comentar modulando la voz:
-Estos pobres bicharracos no trepan, Rabí. Ni siquiera ven. Y tampoco hacen daño a nadie. ¿Cómo es posible que todavía lo ignores? Y eso aquí, ¡en la mismísima Jerusalén! Todo el mundo, hasta los palestinos, conocemos el Jerusalén cricket que ilustra la Enciclopedia Británica. Ay, ¡me haces dudar tanto algunas veces! Cuánto atonta la espiritualidad, perdona que te lo repita.
Jesús no escuchaba. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com