Blues por una taza de té verde (fragmento)René Depestre
Blues por una taza de té verde (fragmento)

"Me había prometido no dejar escapar a sir Bill en cuanto volviera a verlo. Estaba seguro de que relacionarme con él me permitiría conocer mejor el mundo negro norteamericano. Por entonces, además del jazz, estaba descubriendo el blues y las otras formas de la aventura musical del viejo Sur.
Aquel invierno estaba seducido también por las obras de Richard Wright, Langston Hughes, Countee Cullen y W.B. Du Bois. Esos cultos personajes hacían de contrapeso al apasionante comercio que mantenía con sus compatriotas de la "generación perdida": Hemingway, Faulkner, Dos Passos, Ezra Pound y Scott FitzGerald. Por otro lado, el Instituto de Ciencias Políticas me aclaraba los conflictos que separaban a uno y otro color de piel en el Tío Sam... Sir Bill desembarcaba en mi vida como un pájaro exótico; daba un la vivo a mis conocimientos todavía mal orquestados de su país.
Transcurrió un largo trimestre sin que nuestros caminos se cruzaran de nuevo. Era algo habitual en París, incluso entre vecinos de rellano. Yo salía temprano del pabellón de Cuba, pasaba el día en el barrio Latino concentrado en mis estudios y regresaba tarde a la Ciudad Universitaria. La mera visión de mis estantes de libros hacía que se me quitaran las ganas de volver a salir. Repartía el tiempo del fin de semana entre el estadio, el cine-club de la calle Vavin, las salas de conciertos y los museos, en compañía de Lida Dombrozova. Estaba perdidamente enamorado de esa alegre jugadora de tenis checa a la que había conocido en Praga el verano anterior. "



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