Tratado de los eunucos (fragmento)Charles Ancillon
Tratado de los eunucos (fragmento)

"Lucien expone una breve definición en su Diálogo de los eunucos. Dice que no es ni hombre ni mujer. Una maravilla de la naturaleza. Pero es demasiado genérico, se necesitaría una mayor precisión para conocer con mayor seguridad sus particularidades. Por tanto, un eunuco es una persona que no tiene la capacidad de engendrar, por debilidad o frialdad de su naturaleza, o bien por carecer de las partes necesarias para el acto de la procreación. Qui generare non possunt -así dice la ley- tiene una voz aguda y lánguida, la tez femenina. El valor y la audacia ceden al miedo y la timidez. En una palabra, sus modos y maneras son afeminados.
Si el eunuco es algo tan insignificante y despreciable en relación a su cuerpo, aún es menos en relación a su corazón y mente. Éste es el retrato que había trazado San Basilio con anterioridad. Rechazó a los eunucos, esbozando terriblemente la imagen de una mujer enamorada de la herejía de Arriano, carente de una adecuada conducta moral. Se refirió a ellos como personas horribles, sin honor, que no son hombre ni mujer, celosos, despreciables, feroces, afeminados, codiciosos, avaros, crueles, inconstantes, suspicaces, enojados, insaciables. Lloran cuando se les priva de comida. El hierro lleva a la castidad, pero la castidad es su nada, su torpeza hace que se enojen y no den fruto alguno. Tal vez esta descripción tan satírica y mordaz suscite sospechas, pero éste es el testimonio de un hombre desinteresado, que no hace más que confirmar y añadir nuevas características a lo anteriormente referido. Amiano Marcelino dijo que tanto Pompilio como Sócrates argumentaron acerca de la realidad de los eunucos, preguntándose si el rito iniciático en torno a ellos procedía de la verdad o de la mentira. Es cierto que al final del capítulo, habla favorablemente de Menófilo, el esclavo eunuco del rey Mitríades. Muy pocos, de entre ellos, eran dignos de su alabanza, como Mordonius, un eunuco del emperador Constantino, o Juliano el apóstata, o Hermeías, considerado un dios por Aristóteles. En las escrituras se cree que Daniel y sus compañeros también eran eunucos, pero su número era tan pequeño que no afecta a la opinión general. Se puede decir en general que los eunucos son como los bastardos, malos, pero en ocasiones hay bondad en ellos y como decía Amiano Marcelino: "Entre las rosas silvestres crecen algunas espinas". "



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