Niki: La historia de un perro (fragmento)Tibor Déry
Niki: La historia de un perro (fragmento)

"Desde los albores de su feliz era, Nerva fue capaz de aunar cosas extremadamente incompatibles, Imperio y Libertad; Trajano contribuye a diario a promover esa dicha; y el pueblo no sólo ha aprendido a esperar y rezar, sino que goza de la completa seguridad de que sus ruegos serán satisfechos. Aunque es cierto que la frágil condición de la naturaleza humana actúa más pausadamente que la enfermedad y que el cuerpo crece lentamente y decae con celeridad, de modo que es más fácil desalentar el ánimo de los hombres que fortalecerlo...
Durante quince años, un tiempo largo en el devenir humano, ha sido cercenada toda oportunidad de cambio y otras, más enérgicas, han peligrado a causa de la cólera del Emperador.
Tácito, La vida de Julio Agrícola
Desde aquel instante se decidió el destino de Ancsa y anticipándome un poco, permitidme que os diga al menos que el perro, a pesar de los lamentos y quejas de su esposa, contribuyó a ser un miembro más de la familia. La oposición inicial se había basado especialmente en la teoría, lo cual explica que no fuera en absoluto eficaz. Ancsa y su esposa sentían debilidad por los animales, especialmente por los perros, pero su único hijo había asesinado en Voronesh, el padre de la señora Ancsa había fallecido a causa de un ataque aéreo, de modo que los Ancsa sabían perfectamente que el cariño no sólo es una causa de placer sino que puede ser un yugo, el cual, en proporción a su grandeza, oprime el alma más que la regocija. Ancsa tenía cincuenta años y su esposa más de cuarenta y cinco y ninguno de los dos estaba dispuesto a adoptar una nueva responsabilidad. Pero aparte de cualquier otra consideración, no tendría sentido quedarse con el animal, viendo las condiciones en que ellos vivían, y recoger una perra perdida de la calle, como así había sucedido, un ser completamente extraño. Y además una perra, que podría tener cachorros. En suma no era adecuado.
Ancsa llamó a su esposa, que estaba ocupada lavando la loza. Desde ese instante la perra comenzó a cortejar inteligentemente al ingeniero, encantada con su olor y el tono de su voz, por no hablar de las caricias que ella podía haber interpretado como un estímulo. Con esa bella y fútil coquetería femenina, desplegó todo el encanto de su delgado cuerpo y su espíritu juguetón, como si todo su futuro se decidiera en el siguiente cuarto de hora. Comenzó a ladrar y luego a correr en círculos salvajes sobre el césped en frente de la casa. Durante un minuto casi rozó con su blanco cuerpo el suelo mientras corría; lo siguiente fue doblarse como un gato, arqueando su lomo, dio vueltas alrededor de los Ancsa a una velocidad endiablada, como si quisiera encerrarlos para siempre en un círculo mágico. "



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