Matías y los imposibles (fragmento)Santiago Roncagliolo
Matías y los imposibles (fragmento)

"Matías se sentía muy triste. Miles de veces había soñado que sus padres volvían a aparecer. En su fantasía, los había imaginado a veces gordos, a veces flacos, altos o bajos, guapos o feos —sobre todo feos, para qué engañarnos—, pero, de todas las cosas que había imaginado, ninguna se parecía a la realidad.
Se dijo a sí mismo que apenas se estaban conociendo, y que las cosas mejorarían. Siempre lleva tiempo entender a la gente, y un día no basta para descubrir todas sus cualidades. De hecho, ya iba apreciando algunas cosas bonitas de los dos. Austerio, por ejemplo, roncaba admirablemente fuerte, y Meligna era muy cuidadosa con todas las cosas que pudieran costar algún dinero. Esas, seguramente, eran actitudes propias de padres buenos. Matías empezó a ponerse de mejor humor, y siguió pensando cosas amables, hasta que lo interrumpió la voz de Gorgon:
—¿Qué pasa? ¿En esta casa no se desayuna nunca?
—Chsss. Vas a despertar a mis padres. Búscate algo de comer, que yo me voy al colegio.
—¿Nos vas a dejar solos con éstos? —gruñó Gorgon—. Qué aburrido. De ninguna manera, me voy contigo al colegio.
—¡Qué bien, nos vamos de excursión! —dijo Luz.
—¿Qué es un colegio? —preguntó el príncipe.
Y aunque Matías no veía claro eso de aparecer en la clase de matemáticas con tres personajes fantásticos, ya estaba muy cansado de discutir y dejó que lo acompañaran, con la condición de que no montasen escándalos ni se hicieran notar.
Pero eso no era fácil. De entrada, todo el mundo empezó a cuchichear y a preguntarse quiénes eran esos amigos de Matías tan estrafalarios. Al ver las alas de Luz, la gente empezó a sospechar que eran personajes de cuento, y entonces los cuchicheos aumentaron.
Al principio, Matías fingió que no pasaba nada. A veces, si uno actúa con normalidad, por rara que sea la situación, la gente cree que todo es normal. Así que los cuatro se sentaron en silencio en el mismo pupitre. Aunque un poco amontonados, no montaron mucha bulla. Pero eso sólo funcionó un par de horas. Los problemas empezaron en la clase de ciencias naturales. El profesor estaba diciendo:
—En la naturaleza, las especies se dividen en animales, vegetales y minerales.
Y entonces Luz intervino:
—¿Y las especies mágicas?
Se hizo un silencio en toda la clase. Incluso el profesor tardó en contestar, como si nunca hubiese visto a un ser mágico. Después de un rato pensando, respondió:
—¿Las qué?
—Las hadas, los dragones, los elfos...
—No —dijo el profesor—, ésas no existen. Ni los fantasmas ni los vampiros ni los duendes...
—¡No puedo creerlo, qué tipo tan ignorante! —dijo entonces Gorgon, que no era precisamente muy delicado al decir las cosas—. Mi mejor amigo es fantasma, y uno de mis compañeros de academia es vampiro, y le puedo asegurar que los dos existen.
—¿Y los príncipes de cuento? —añadió Guillermo—. ¿Se imagina qué horrible sería el mundo sin nosotros? No quiero ni pensarlo. "



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