Némesis médica (fragmento)Iván Illich
Némesis médica (fragmento)

"La epistemología médica es mucho más importante para la solución sana de esta crisis que la biología o la tecnología médica. Esa epistemología tendrá que aclarar la condición lógica y la naturaleza social del diagnóstico y la terapéutica, primordialmente en las enfermedades físicas por oposición a las mentales. Toda enfermedad es una realidad creada socialmente. Su significado y la reacción que evoca tienen una historia. El estudio de esa historia puede permitirnos entender el grado en el que somos prisioneros de la ideología médica en que fuimos formados.
Recientemente una serie de autores ha tratado de quitar la condición de “enfermedad” a la desviación mental. Paradójicamente, han hecho más y no menos difícil el plantear la misma clase de cuestión acerca de las enfermedades en general. Leifer, Goffmann, Szasz, Laing y otros, todos ellos están interesados en la génesis política de las enfermedades mentales y en su uso con fines políticos. Para aclarar su punto de vista, todos ellos contrastan la enfermedad mental “irreal” con la enfermedad física “real”. Según ellos, el lenguaje de las ciencias naturales que actualmente se aplica a todas las afecciones que estudian los médicos sólo corresponde a la enfermedad física. Esta se confina en el cuerpo y se halla en un contexto anatómico, fisiológico y genético. La existencia “real” de esas afecciones puede confirmarse mediante mediciones y experimentos, sin referencia alguna a un sistema de valores. Nada de esto se aplica a la enfermedad mental: su situación como “enfermedad” depende totalmente del juicio psiquiátrico. El psiquiatra actúa como el agente de un medio social, ético y político. Las mediciones y los experimentos en esos estados “mentales” sólo pueden realizarse dentro de la estructura de coordenadas ideológicas que derivan su estabilidad del prejuicio social general del psiquiatra. Se culpa a la vida de que las enfermedades prevalezcan en una sociedad alienada, pero si bien la reconstrucción política podría eliminar muchas de las enfermedades psíquicas, simplemente proporcionaría tratamientos técnicos mejores y más equitativos para los que están físicamente enfermos.
Esta posición antipsiquiátrica, que da legitimidad a la condición apolítica de la enfermedad física negando el carácter de enfermedad a las desviaciones mentales, es una posición minoritaria en el Occidente, aunque parece acercarse a una doctrina oficial en la China moderna, donde la enfermedad mental se percibe como un problema político. Los políticos maoístas toman a su cargo a los que sufren desviaciones psicóticas. Bermann informa que los chinos se oponen a la práctica rusa revisionista de despolitizar la desviación de los enemigos de clase encerrándolos en hospitales y tratándolos como si tuvieran una enfermedad análoga a una infección. Los chinos pretenden que sólo el procedimiento opuesto puede dar resultados: la reeducación intensiva política de gente que actualmente son, tal vez inconscientemente, enemigos de clase. Su autocrítica los hará políticamente activos y por ende saludables. Aquí nuevamente, la insistencia en la naturaleza primordialmente no clínica de la desviación mental refuerza la creencia de que otra clase de enfermedad es una entidad material. "



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