Icaria, Icaria (fragmento)Xavier Benguerel
Icaria, Icaria (fragmento)

"Me sentaba en uno de los pilares del portal, como esperando a alguien. Volvía a casa reconfortado; me bastaba para unos pocos días.
Chiquillos de nueve, diez años, deformados, raquíticos, pringosos, forzados a soportar jornadas de doce a catorce horas, mujeres abotagadas, ventrudas, teñidas por los colores del hambre, del hedor, de una miseria que se aferraba a ellas hasta que morían, a los veinticinco años; a lo sumo a los treinta y, con mucha suerte, a los cuarenta. ¿De acuerdo? De acuerdo, Aurelio. Conocí a tu padre, pensaba como yo: hay cosas que no podrán borrarse hasta que todos acepten con buena voluntad una comunidad de intereses, sin más ley que la de la generosidad y el afecto, la del trabajo adecuado para cada uno, y el de todos a beneficio de la nueva sociedad... Al predicar, a Aurelio se le transfigura el rostro, las manos le tiemblan, como si acabase de descubrir sobre la mesa, junto a la pipa, el cenicero, las tazas, una sencilla y honesta felicidad que exige ser compartida. "



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