Son de mar (fragmento)Manuel Vicent
Son de mar (fragmento)

"El perro había quedado de muestra mientras el suave oleaje de la cala traía desde alta mar hacia la arena un ramo de flores silvestres, atado con una cinta roja, que llegaba a la orilla meciéndose entre los cuerpos que chapoteaban. Tal vez esas flores, entre las que había algunos lirios salvajes, tenían a Reo muy intrigado porque las estuvo olisqueando lleno de interés cuando una niña nudista las sacó a la playa para mostrárselas a los padres que estaban en sus hamacas bajo una sombrilla. Poco después, por el mismo camino del agua, llegaba flotando una pamela blanca adornada con algunas frutas de raso. El juez Leonardo Muñoz, ajeno al nerviosismo del perro, siguió estudiando el crimen del constructor sin advertir tampoco que era requerido por el teléfono móvil, el cual carecía de cobertura debido a lo angosto de la cala.
Convencido de que el náufrago era Ulises Adsuara y nadie más, el guardia civil jubilado Diego Molledo que se había quedado en el chiringuito, llevado por un celo profesional nunca apagado, después de meditar sobre el caso a lo largo de tres cervezas, se decidió a investigar por su cuenta y para afianzarse en su convicción quiso contemplar de nuevo el cadáver. Se acercó al puesto de la Cruz Roja en el puerto y se sumó al corro de curiosos que opinaba sobre la identidad del muerto. Allí se enteró de la última novedad. "



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