Criaturas de la noche (fragmento)Lázaro Covadlo
Criaturas de la noche (fragmento)

"El amor, Pamela mía, no admite límites. El amor es una emoción turbulenta que, cuando es verdadera, carece de freno. Tú amas a tu hijita. Si tuvieses otro vástago, ¿querrías menos a Dionisia? ¿Y si tuvieses tres? ¿Y si tuvieses cuatro? ¿No es verdad que tendrías dentro de ti suficiente amor para repartir entre todos? Es que el amor, Pamela, es una sustancia que, contrariamente a cualquier otra, se intensifica al propagarse. El amor es torrencial, pero no como esas aguas cuyo caudal se debilita al ramificarse en riachuelos que acaban en los páramos. El amor es como un torrente de fuego que se expande entre la maleza. El amor verdadero puede repartirse sin agotarse jamás. Pero, sobre todo, debes tener en cuenta que aunque pueda entregarme a otros amores, en verdad en verdad son otras las personas que lo hacen. Sí, son otras, porque todos somos alguien diferente en relación con cada quien. Cuando tú te relacionas con un empleado público no eres la misma que cuando lo haces con un familiar. Y, en ese caso, tampoco eres la misma persona que habla con una nueva amistad. No, no eres la misma persona, porque persona es máscara, y tú cambias la máscara según el interlocutor. Así pues, aunque pueda darme a otras mujeres, no es el mismo Dionisio Kauffmann que hace el amor contigo quien lo hace con otras. Es otro, Pamela, es otro, y tú no puedes tener celos de ese otro. Los que aman, si se sienten seguros de la persona amada, no temen que ésta las abandone por otros amores. Una mujer, si de verdad ama, se alegra de que su hombre goce con otros cuerpos, pues cuando vuelva a ella traerá consigo el aroma de múltiples pieles, y ello es enriquecedor y es renovador. Una mujer que ama a un hombre debería también amar a los otros amores de ese hombre, porque el mandato del amante y del marido es igual para rodas: amaos las unas a las otras como yo os amo, y en verdad, en verdad os digo que aquella amante que ofenda a otra de mis amantes, es a mí a quien ofende.
Lo que os hagáis unas a otras es a mí a quien lo hacéis. ¿Acaso los que adoran a Dios son celosos de la adoración que otros fieles ofrendan al Señor? ¿Acaso el amor de Dios no se reparte equitativamente? Así pues considerarás que el amor crece y se intensifica cuanto más y más se ama, pues el verdadero amante nunca se encontrará escaso de amor y más bien este sentimiento se multiplicará en la medida que más ame a unas y a otras tal como en su día se multiplicaron los panes y los peces y harás a las otras lo mismo que conmigo haces y si me besas también a ellas besarás y si aceptas mis besos y caricias también aceptarás los besos y las caricias que ellas te prodiguen y si mi cuerpo eleva tu espíritu a las alturas del éxtasis también aceptarás que los cuerpos de ellas enciendan tus pasiones. Así, por los años de los años, y que así sea. "



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