El estudiante Gilles (fragmento)André Lafon
El estudiante Gilles (fragmento)

"El horizonte opuesto se tiñó de color de rosa y el cielo palideció al verde. Segonde abrió la puerta y me llamó desde el jardín, tomó el libro en sus manos y leyó en voz baja, en silenciosa espera bajo la lámpara, envuelto en una felicidad modesta y prudente. Yo escribía a mi madre, que a su vez me pedía que saludara cariñosamente a mi tía. Pensaba que podría ir por Navidad, y a pesar de minúsculos e invisibles problemas, no anhelaba regresar a la pequeña ciudad. Me imaginaba tan triste en medio de la niebla del invierno. Pensaba con detenimiento en ello cada noche cuando me iba a la cama y rezaba mis oraciones, añadiendo la frase que me había enseñado mi tía. Dios mío, conserva mi salud. Mi tía abusaba de mi buena voluntad, ¿acaso tenía alguna preocupación urgente para buscar la gracia del cielo?... Ella decidió que oraríamos juntos. Ese mismo día, mientras preparaba agua caliente y encendía el fuego para su amante, Segonde vino por mí y mi tía se puso de pie ante la Virgen de la chimenea, acercó una silla que sostenían sus manos entrelazadas, mostrándome un taburete a su lado y Segonde se arrodilló sobre el lar. Mi tía comenzó a recitar una larga oración, el Padrenuestro, el Ave María, el Credo, el Confiteor. Segonde respondía con voz ferviente y luego nos dijo que iba a rezar a la Virgen para pedir por una persona sin nombrarla, invitándonos a pensar. "


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