La soledad del habitante (fragmento) "Constantemente medito en el crepúsculo sobre la vida que arrecia, ligera y aparente, endeble como el ala de la mariposa, sombra que tizna las manos, ruido de la esfera que hace cuando se mueve, amada esquiva a la que te confías apasionadamente lamiéndola en el cansancio de los días. Tu estela de ceniza inacabable se proyecta en el néctar engañoso de un tarro de miel que probaste enfermo en crudo invierno. El corto recorrido de la senda cual décima de segundo aleteante en pos de un tránsito que no conoce compite con la vasta inmensidad que hace tener el gesto malogrado se traza en el estéril y doloroso oficio de la conformidad y de la insatisfacción de las cosas domésticas. Desvela quién hay dentro de ti, lo que tan poco eres. Roedor de soledad en el tránsito efímero, inhóspita nevisca que lentamente extingue, ciego corcel que estruja los pretéritos y lentamente envejece en pos de un destino que no conoce, prófugo al que traiciona el desencanto de tu humana cárcel donde vives confinado. Incógnita ventisca de los huesos en el no ser que antes fue feudo heredado. Mientras el diario existir desfallece la veleidosa sale a recibirnos casi sin anunciarse, en habitual visita de puntillas al que elige, tras la fatuidad itinerante presto a quebrarnos las vértebras como piezas de cerámica en expolio, acude a nuestra cita el peor enemigo y el más nublo agorero y está a punto de dormir el corazón en su letargo la imagen imaginada de la muerte. " epdlp.com |