El usurpador (fragmento)Siegfried Lenz
El usurpador (fragmento)

"No tardaron en darse cuenta de que era una tontería besarse hasta coger un mareo; utilizando el lenguaje de los ojos -que nunca antes habían ensayado y que, dada la situación, hicieron suyo de modo espontáneo-, Garry le dio a entender que convenía renunciar a cualquier expresión de enardecimiento y centrarse en el beso de larga duración, desapasionado y adecuado para ahorrar energía. No hay que imaginarse ese tipo de beso como algo de fácil ejecución: cuanto más rato lleva una pareja mirándose, a distancia extremadamente corta, a los ojos -y es que, cuando se está en plan desapasionado, se besa con los ojos abiertos; más extraño y equívoco se vuelve el compañero: claro, uno intenta desviar la vista de vez en cuando, inspeccionar las cejas, las pestañas y el filo de la nariz del otro, pero, se quiera o no, las miradas acaban encontrándose de nuevo al cabo de poco.
Debes de estar pensando: ¿Y no se puede intentar explicar algo con los ojos, darse un toque de atención, infundirse ánimos?, y si, claro que sí, pero al mismo tiempo va creciendo la sensación de irse separando, de hundirse en una especie de abismo.
(…)
Las dos habían ido allí sin acompañantes; sin pensárselo mucho, se abrazaron y se trataron inmediatamente de tú. De su pareja -la llamaba Benno- Paula sólo sabía que estaba de viaje por el sur de Francia, con la moto, y no solo, por cierto: la chica que lo acompañaba tenía el pelo como cuerda de cáñamo sobada: la señora Balnitz nunca ha olvidado esa comparación. Hicieron memoria juntas, recordar no las ponía de mal humor, pero en eso Paula mencionó como de pasada -creyendo que la señora Balnitz lo sabía tan bien como ella- el hecho de que los chicos se habían puesto de acuerdo secretamente en el lavabo de caballeros: habían negociado la victoria.
No cuesta mucho, dice la señora Balnitz, llegar a la conclusión de que aquel zángano casquivano vendió nuestra victoria pues, como me confesó ella misma, Paula y su Benno no podían más. Ese gesto desdeñoso y despectivo de la mano quería indicarle a Monika que de verdad no valía la pena derramar ni una sola lágrima."



El Poder de la Palabra
epdlp.com