Hacia una filosofía de la fotografía (fragmento)Vilém Flusser
Hacia una filosofía de la fotografía (fragmento)

"Nosotros, los habitantes del universo fotográfico, estamos acostumbrados a estas fotografías; nos hemos habituado tanto a ellas que ni siquiera advertimos su presencia en derredor nuestro: el hábito las oculta. El cambio es lo informativo; lo habitual es redundante. Por tanto, estamos rodeados de fotografías redundantes, y esto sucede a pesar de que el periódico llegue todas las mañanas, y a pesar de que los carteles se renueven cada semana en las paredes de los edificios y en los aparadores de las tiendas. Este cambio constante es precisamente lo que se nos ha hecho habitual: una fotografía redundante reemplaza otra fotografía redundante. El cambio mismo es el que se ha hecho habitual y redundante; y es el "progreso" mismo el que se ha vuelto desinformativo y ordinario. Lo que sería extraordinario, informativo e intrépido en nuestra situación sería un estancamiento repentino: todos los días el mismo ejemplar periódico sobre la mesa del desayuno, y cada mes el mismo cartel en la ventana de la tienda. Esto es lo que nos sorprendería y nos estremecería. Fotografías redundantes son aquellas que se reemplazan entre sí de manera continua y de acuerdo con un programa. Precisamente son redundantes por ser siempre nuevas. Estas fotografías son las realizaciones de las virtualidades del programa fotográfico, y son realizaciones automáticas de estas virtualidades. Este es el reto del universo fotográfico, el reto para el fotógrafo: cómo oponerse al flujo de fotografías redundantes con fotografías verdaderamente informativas.
Pero no sólo se ha hecho habitual el cambio continuo del universo fotográfico; también su coloración abigarrada se ha vuelto habitual. Ni siquiera imaginamos la sorpresa que este medio ambiente tan variado les hubiera provocado, por ejemplo, a nuestros abuelos.
El mundo del siglo XIX era gris: las paredes, los periódicos, los libros, las camisas, las herramientas, todo oscilaba virtualmente entre el negro y el blanco, fundiéndose en un grisáceo propio de la materia impresa. Hoy día, sin embargo, todo grita a través de los colores del arco iris, aunque grita a oídos sordos. Nos hemos acostumbrado a la contaminación visual, y ésta penetra a través de nuestros ojos y de nuestra conciencia hasta las regiones subliminales sin que de hecho nos demos cuenta. No obstante, la contaminación visual funciona en esas regiones y programa nuestra conducta. "



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