Camino adelante (fragmento)Francisco Camba
Camino adelante (fragmento)

"Lejos de Mandiá las llamas de una angustia, débil aún, comenzaron a invadir el alma del bohemio, colocándole en lucha con su razón. Al saber que acompañaría a los señores hasta el caserío de Amande quedara bien cumplido su mayor deseo; esto era una gran verdad, y sin embargo la angustia crecía, recía, llegando a hacerse dolorosa. A menudo el viento enmarañaba al mozo sus guedejas sobre las sienes; y para luego rechazarlas las sacudía de tan brusco modo como si quisiere ahuyentar de allí alguna ida mordedora...
Los señores parecían muy alegres: iban recordando viejas memorias evocadas a la vista de los lugares conocidos y el mozo callaba, callaba siempre, violentándose para hablar cuando se le hacía alguna pregunta.
En el camino húmedo, con humedad de caverna abandonada, se aspiraba algo como un aroma de cosas viejas. Era un camino de aldea, hermoso con aquellos vallados de tierra rezumante, con aquellas piedras que había desgastado la sandalia de los peregrinos y aquellas oquedades de los muros, donde en la noche se albergaban las alimañas de la sierra.
La luz del día, débil luz de lámpara que muere, daba al paisaje aspecto de visión evocada. Ya enmudecieran los romeros y comenzó a oírse el canto de los grillos enlazado con el cuarreo de las ranas. Al paso de las cabalgaduras aquel rumor se detenía un momento, oyéndose entonces golpes de algo que se hunde en las charcas y luego, una vez más el cuarrear monótono, como un eco burlón.
Mucho después vino en las ondas del aire un son débil de canciones amargas y llorosas. Amaro murmuró con voz sombría:
-Deben ser mozos de los que van a las siegas...
Como si nadie lo hubiese oído, este decir murió sin comento. Había cerrado la noche; y sobre los vallados del sendero veíase a menudo un gusano de luz. El mozo, suspirando, rechazaba ahora sus cabellos que volvían a arremolinarse sobre las sienes. Después, como una estrella rojiza, se distinguió una luz entre las sombras y Carmela, con un dedo extendido, dijo al bohemio:
-He ahí la casa de Amande. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com