El libro de un hombre solo (fragmento) "Sólo volvió a su habitación de madrugada, cuando acabó el interrogatorio. Los guardias rojos encerraron en la sala de reunión de la institución a su colega Lao Tan, que compartía la habitación con él. Lo aislaron para someterlo a una investigación más profunda, por lo que no pudo volver a su cuarto. Una vez cerró la puerta, levantó una esquina de la persiana y vio que, en el patio, las lámparas de los vecinos estaban apagadas. Volvió a colocar bien la persiana y verificó minuciosamente que no se filtraba nada de la luz del día a través de la ventana. Entonces abrió la puerta de la estufa de carbón, cerca de la cual había dejado un cubo hasta la mitad de agua, luego empezó a quemar sus manuscritos. También quemó una pila de cuadernos de notas y diarios que escribió desde que entró a la universidad. La estufa era pequeña, tenía que arrancar las páginas una a una y esperar a que el fuego las redujera a cenizas antes de sumergirlas en el cubo de agua; eso para evitar que un pedazo de papel que no estuviera del todo calcinado volara al exterior. De uno de sus diarios se cayó una antigua foto, en la que aparecía con su padre y su madre. Su padre llevaba un traje de estilo occidental y una corbata. Su madre iba vestida con la ropa tradicional estilo manchú. Cuando ella todavía estaba viva, un día que la ayudaba a sacar las ropas de los cofres para airearlas, vio ese vestido chino de terciopelo azul oscuro y de flores de color naranja. La fotografía había perdido color. Su padre y su madre sonreían. Entre ellos, un niño delgaducho, que tenía unos brazos menudos, abría de par en par los ojos, como si esperara que un pequeño pájaro saliera volando de la máquina fotográfica. Sin dudarlo ni un segundo, tiró la fotografía al fuego y miró cómo rápidamente empezaba a arder. Su padre y su madre se abarquillaban y de pronto tuvo ganas de recuperarla. Demasiado tarde. La foto se enrolló y luego se desenrolló ante sus ojos: las siluetas de sus padres se convirtieron en cenizas, una blanca, otra negra, y el niño delgado de en medio empezó a amarillear... Tal como iban vestidos sus padres, podían pasar por capitalistas o incluso por compradores a sueldo de algún extranjero. Quemó todo lo que se podía quemar, esforzándose en romper con el pasado, en enterrar y borrar sus recuerdos, porque, por aquel entonces, incluso los recuerdos pesaban demasiado. " epdlp.com |