Nómadas (fragmento)Paul Harding
Nómadas (fragmento)

"George compró un reloj roto a saldo. El propietario le entregó gratuitamente un manual del siglo 18 para repararlo. Empezó a hurgar en el mecanismo de los relojes de oro. Como maquinista, era conocedor de toda suerte de engranajes, pistones, piñones, leyes físicas y de la resistencia de los materiales. Como un yankee criado en la Costa Norte del país de los corceles, sabía dónde hallar dinero, dormitando, soñando con fábricas de lana y gruesas canteras, teletipos y la caza del zorro. Encontró banqueros que le pagaran bien preservar sus caprichosas herencias del devenir del tiempo. Pudo reemplazar el desgastado diente de una lacerada rueda por una goma elástica. Logró ubicar la esfera del reloj hacia abajo. Desenroscó los tornillos; quizás sólo tiró de ellos desde el cedro o el nogal, los hilos se habían convertido hacía tiempo en polvo de madera espolvoreado sobre los manteles. Levantó la parte posterior del reloj como si fuera la tapa del cofre del tesoro. Trajo la joya de largos brazos más cerca de la lámpara, justo por encima de su hombro. Examinó el oscuro bronce. Contempló los piñones engomados con suciedad y grasa. Miró las ondas de color azul, verde y púrpura de metal martillado, doblado y quemado. Deslizó sus dedos en el interior del reloj; jugueteó con la rueda de escape (cada parte perfectamente nombrada -escape: el final de la máquina, el lugar donde la energía se filtra, se libera y late el tiempo). Metió su nariz más cerca; olía a tánico. Leyó los nombres grabados en las obras: Ezra Bloxham-1794; Geo. E. Tiggs-1832; Thos. Flatchbart-1912. Alzó las oscuras obras de la caja. Las roció con amoníaco. Las sacó, quemándose la nariz, humedeciéndose los ojos y contempló su refulgente brillo a través de sus propias lágrimas. Afiló los dientes. Perforó los casquillos. Cargó los resortes. Arregló el reloj y añadió su propio nombre. "


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