Ensayos sobre crítica literaria (fragmento)Antonio Alatorre
Ensayos sobre crítica literaria (fragmento)

"Me maravilla, repito, la seriedad de este afán de afirmar sobre bloques de ciencia lingüística, en lenguaje muy poco ameno y con gran despliegue de autoridades, aquello que cualquier lector de Rosalía de Castro (ya que de ella se trata) sabe por simple sentido común.
A propósito de sentido común, hay en uno de estos trabajos un detallito que me llama la atención. Yo, por simple sentido común, digo que la mejor manera de ampliar nuestro conocimiento de la lengua de un poema es leer otros poemas del mismo autor. Digo, por ejemplo, que quien se dispone a hacer un análisis lingüístico del soneto de Sor Juana que comienza "Al que ingrato me deja busco amante" debiera conocer los dos que le preceden, "Que no me quiera Fabio al verse amado" y "Feliciano me adora y le aborrezco" (se trata de un tríptico, un joyel lingüístico hecho de tres sonetos como perlas: muy parecidos entre sí, pero cada uno con su brillo, su "oriente" especial), y no le haría daño conocer otros poemas de Sor Juana en que hay el mismo tema de las "encontradas correspondencias", y composiciones anteriores, de otros poetas, como el soneto de Lope de Vega que comienza "Amaba Filis a quien no la amaba, /ya quien la amaba, ingrata aborrecía", puesto que Sor Juana compuso su tríptico, muy adrede, en un lenguaje ya en uso, de manera que esa tradición de juego dialéctico es parte esencial del soneto "Al que ingrato me deja busco amante", y no algo externo a él. Claro que es posible analizar este soneto como caído de la luna, como no gestado en nuestro planeta, de la misma manera que es posible analizar sólo su primer verso, poniendo bajo el microscopio las magníficas polaridades adversativas ingrato [él] / amante [yo] (A/A') y deja [él] / busco [yo] (B/B'). Pero el sentido común me dice que lo otro es incomparablemente más jugoso.
Pues bien, he aquí el detallito que me llamó la atención en uno de los trabajos. El autor, practicante ortodoxo de la poética de raigambre lingüística, la cual se interesa en la comprensión del poema en sí, del poema como puro artefacto verbal, en cierto momento se ve tentado a aclarar un texto de Rosalía con otro de la misma Rosalía, y resuelve hacerlo, pero no sin autorizarse escrupulosamente en un artículo de Michel Arrivé sobre "teoría de los textos poli-isotópicos". Autorizándose a su vez en la teoría de la redundancia de Greimas, este Michel Arrivé se atreve en efecto a afirmar que el concepto de isotopía como conjunto redundante de elementos semánticos, concepto de enorme importancia en el análisis del significado poético, tiene su lugar de significación —principalmente en lo que se refiere a las llamadas "isotopías connotativas"— no en el texto aislado, sino en el intertexto, definido éste como "el conjunto de los textos entre los cuales funcionan las relaciones de intertextualidad". De esa fatigosa manera el sentido común queda elevado a la sublime categoría de ciencia.
No hay tiempo para más ejemplos. Y bastan los citados. Son absolutamente representativos de la metodología que impera y prospera en la Nueva Academia, constriñendo a sus adeptos a decir, en lenguaje cada vez más refinadamente técnico, cosas cada vez más inútiles, más ajenas a la lectura, la comprensión y el goce de las obras literarias, obligándolos a erigir torres de viento, a convertir lo llano en escarpado y lo ameno en tedioso. Si hay que gastar no pocas horas en leer estos trabajos, ¡cuántas no habrán sido gastadas en escribirlos! Cada cual es libre de emplear su tiempo en lo que quiera, por supuesto, pero no me parece justo quitarle a la inocente juventud universitaria, de esa manera, un tiempo que estaría mucho mejor empleado de mil otras maneras. Según Félix Guattari, a quien ya cité en mi discurso anti-neo-académico de 1981, la aceptación de "modas teóricas" de este tipo, "productos de las metrópolis" tomados "como si fueran dogmas religiosos", crea en sus aceptadores una mentalidad parecida a la de los antiguos habitantes de colonias y está causando, en los ámbitos universitarios, "más mal que bien". La explicación del auge de la Nueva Academia será seguramente más compleja, pero sigo pensando que, en lo esencial, Guattari tiene razón. "



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