La orgía perpetua (fragmento)Mario Vargas Llosa
La orgía perpetua (fragmento)

"La crítica de su tiempo fue injusta y miope con Flaubert. Incluso Madame Bovary, que tuvo éxito de público —motivado, en buena parte, por el escándalo que significó el juicio—, mereció duros ataques de los gacetilleros parisinos, pero, al menos en esta novela, Sainte; Beuve y otros pocos acertaron. En cambio, los demás libros fueron objeto de la incomprensión y provocaron verdaderas asonadas periodísticas (siempre alcanzó el récord Barbey d'Aurevilly, quien, por ejemplo, declaró que La Tentation de Saint Antoine era tan indigesta como la segunda parte del Fausto), donde, a la ignorancia e insensibilidad, se mezclaban a menudo el resentimiento y la mala fe. La generación siguiente, más bien, reivindicó a Flaubert y, aunque él se opuso siempre a ocupar el lugar que Zola y los naturalistas le reservaban, lo consideró un maestro. Pero luego la literatura francesa menospreció a Flaubert —Claudel no es una excepción— y hasta la década del cincuenta los escritores y críticos daban un poco la impresión de acordarse de Flaubert sólo para denigrarlo. Los existencialistas, convencidos de que la literatura es una forma de acción y de que el escritor debe participar con todas sus armas, empezando por la pluma, en el combate de su tiempo, difícilmente podían tolerar su fanatismo de la forma, su aislamiento desdeñoso, su artepurismo, su desprecio de la política. Olvidando que lo esencial de Flaubert es la obra y no sus humores y opiniones personales, extendieron hacia las novelas el desagrado que les producía ese ermitaño de Croisset que batallaba contra las palabras mientras se venía el mundo abajo. Esta actitud encuentra su expresión más airada en las frases contra Flaubert de Sartre, en Situations, II, un ensayo que yo había leído con fervor, años antes de contraer la adicción, y que me producía retroactivamente una especie de angustia, una colisión de lealtades. "


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