El encuentro (fragmento)Vsévolod Garshin
El encuentro (fragmento)

"Sobre una decena de verstas se extendía una ancha y rielante franja plateada de luz lunar; el resto del mar estaba negro. Hasta quien se hallaba en lo alto llegaba el ruido regular y sordo de las olas que se deslizaban por la orilla arenosa, aún más negras que el propio mar. Las siluetas de los barcos cabeceaban en la rada. Un buque de vapor enorme —«probablemente inglés», pensó Vasili Petróvich— entró en la franja clara de la luna y silbó a causa de sus vapores, que soltaba en forma de mechones y se disipaban en el aire a chorros. Del mar soplaba un viento húmedo y salado. Vasili Petróvich, que hasta el momento no había visto nada parecido, contemplaba con gusto el mar, el claro de luna, los buques de vapor y los navíos, y alegremente, por primera vez en la vida, respiraba la brisa del mar. Disfrutó durante un buen rato de las, para él, nuevas sensaciones, volviéndose de espaldas a la ciudad, a la que acababa de llegar hoy y en la que debería vivir muchos, muchos años. Detrás de él, una heterogénea masa de gente paseaba por el bulevar; tan pronto se oía hablar ruso como cualquier otra lengua, tan pronto las voces bajas y ceremoniosas de las personas respetables locales como el gorjeo de las señoritas o las voces fuertes y alegres de los alumnos mayores del gimnasio, que iban en grupos de dos o tres. La explosión de carcajadas de uno de esos grupos hizo volverse a Vasili Petróvich. La alegre zaragalla pasaba de largo. Uno de los jóvenes contaba algo a una joven alumna del gimnasio; los compañeros alborotaban e interrumpían su apasionado y, al parecer, justificativo discurso. "


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