La gorda de porcelana (fragmento)Isabel Allende
La gorda de porcelana (fragmento)

"Se abrieron las puertas del vestíbulo y asomaron las cabezas de los otros pensionistas, que observaron la escena asombrados. Nunca habían visto algo semejante. Uno a uno se aproximaron para dar su opinión y ninguna fue favorable, pues todos estuvieron de acuerdo en que aquello era una monstruosidad. La patrona cortó los comentarios diciendo que no le interesaba que fuera una obra de arte, porque iba muy ligera de ropas y por lo tanto debía salir de su casa.
Don Cornelio, vencido por su incurable timidez, no intentó disuadirla. Hacía varios años que habitaba allí y estaba acostumbrado. No quería mudarse a otra pensión, pero comprendió que no era posible separarse de Fantasía, así es que tendría que buscar otro sitio donde pudiera vivir con ella. Decidió llevarla provisionalmente a la Notaría, donde podría esconderla entre los anaqueles por un par de días. Salió nuevamente a la calle, apuntado por el dedo de la patrona que le señalaba el camino. Afuera, sin embargo, se sintió mejor y, por primera vez en mucho tiempo, tuvo deseos de silbar, pero no le resultó, porque no tenía práctica. Llegó hasta la esquina y esperó hasta que el bus verde se detuvo delante suyo, pero cuando quiso subir, el chófer se lo impidió con un gesto. "



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