El Papa y el Emperador en el pueblo (fragmento)Heinrich Federer
El Papa y el Emperador en el pueblo (fragmento)

"La patrona trajo las viandas y preguntó socarronamente si debía preparar el lecho para dormir. Pero tan pronto como el jovencito asió con la ira dibujada en el semblante un estilete, fue incapaz de pronunciar una sola palabra y se extinguió toda veleidad sonora. Así se distraía aquella alma triste y solitaria de las vicisitudes de la jornada y toda vez que su sonrisa se difuminaba, la maternal suavidad de su mirada semejaba una mano tranquilizadora que se posara sobre la joven. "Nada malo he dicho, querida niña, deja que la primavera florezca en ti. ¿No es posible sonreír sin que ningún mal pensamiento nos sorprenda? O, Señor, señor. "


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