El dependiente (fragmento)Bernard Malamud
El dependiente (fragmento)

"El jueves de aquella semana, Julius Karp dejó a Louis solo en la bodega y se asomó al escaparate de la tienda para ver si Morris estaba solo. Karp no había puesto el pie en la tienda de Morris desde la noche del atraco y pensaba, incómodo, en el recibimiento que podría esperarse si entrara ahora. Generalmente después de una temporada de no hablarse, era Morris Bober el que cedía, pues por carácter era incapaz de guardar rencor. Pero en esta ocasión había quitado de su cabeza la posibilidad de buscar al bodeguero y volver a sus inútiles relaciones. En cama, durante su última convalecencia, contra su voluntad y con gran disgusto por su parte, había pensado mucho en Karp y había descubierto que le desagradaba más de lo que se había imaginado. Lo consideraba una persona mezquina y estúpida que por azar había tropezado con una floreciente prosperidad. Cada éxito de Karp traía la mala suerte a los demás, como si en el mundo existiera una cantidad determinada de suerte y lo que le sobraba a Karp dejaba a los demás a media ración. Le irritaba pensar en los largos años que se había esforzado sin recibir recompensa. Aunque esto no era culpa de Karp, lo era de la charcutería que se había puesto al otro lado de la calle y que convirtió a un hombre pobre en otro todavía más pobre. Tampoco podía perdonarle el golpe que había recibido en la cabeza en su lugar, y que él podía haber resistido mejor tanto por salud como por dinero. Por esto le proporcionaba cierta satisfacción no tener nada que ver con el bodeguero, aunque fueran vecinos.
Por otra parte, al principio, Karp había esperado satisfecho que Morris se ablandara. Se imaginaba al tendero cediendo poco a poco en su altivez, mientras que él disfrutaba con las señales de su arrepentimiento, sentía lástima de la vida miserable del judío, que, por cierto, lo era con letras mayúsculas. Algunos nacían ya señalados; Karp convertía todo lo que tocaba en oro puro, mientras que bastaba que Morris Bober se encontrara un huevo por casualidad en la calle para que éste ya estuviera podrido y goteara. Una persona así necesitaba alguien con experiencia que le aconsejara cuándo se acercaba un chaparrón. Pero Morris, aunque conocía la compasión de Karp, permanecía rígidamente apartado de él. Ni tan siquiera le ofrecía un despreocupado saludo cuando pasaba delante de la puerta de su tienda camino de su Forward, o cuando aquél fisgoneaba por su propio escaparate. Al cabo de un mes Karp llegó a la incómoda conclusión de que, aunque Ida continuaba siendo amable, en esta ocasión Morris no estaba dispuesto a rebajarse si Karp no hacía méritos de antemano.
Karp reaccionó fríamente cuando llegó a este razonamiento. Devolvería por su parte lo mismo. Pero la indiferencia no era algo que le gustara intercambiar. Por alguna razón, a Karp le gustaba que Morris le apreciara, y le molestaba que su depauperado vecino permaneciera distante. De acuerdo, le habían golpeado en la cabeza, pero ¿acaso era culpa suya? Él se había prevenido… y ¿por qué no lo había hecho Morris, ese shlimozel?[8] ¿Por qué, cuando le advirtió que había dos atracadores al otro lado de la calle, no se había comportado como una persona sensata, cerrando su puerta y llamando a la policía? ¿Por qué? Pues porque era gafe, un inepto. "



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