La amenaza de Andrómeda (fragmento) "La muchacha fue a telefonear al banco de sangre del Nivel I y les pidió que sirviesen cuanto antes lo solicitado. Entretanto, Hall dedicaba su atención al infante. Hacía mucho tiempo que no había examinado a un niño de pecho, y ya no se acordaba de las dificultades que podía encerrar semejante examen. Cada vez que intentaba mirarle a los ojos, el pequeño los cerraba, apretando mucho los párpados. Cada vez que le inspeccionaba la garganta, el niño cerraba la boca. Cada vez que trataba de auscultar el corazón, el niño se ponía a chilar, oscureciendo los ruidos cardíacos. No obstante, él persistía, acordándose de las palabras de Stone. Aquellas dos personas, con lo distintas que eran una de la otra, representaban, sin embargo, a los únicos supervivientes de Piedmont. Fuese como fuere, habían logrado vencer el mal. He ahí el lazo que los unía, el nexo común entre el anciano marchito que vomitaba sangre y el infante sonrosado que chillaba y berreaba. A primera vista mediaba entre ellos el mayor abismo posible; se hallaban en los dos extremos opuestos del espectro, sin tener nada en común. Y, sin embargo, algo habían de tener. Hall tardó media hora en terminar el examen del pequeño. Al cabo de ese tiempo, se vio obligado a determinar que, según su examen, el niño era perfectamente normal. No se descubría en él nada desacostumbrado. Excepto que, por lo que fuere, había sobrevivido. " epdlp.com |