El tapado (fragmento)Augusto Guzmán
El tapado (fragmento)

"Al emprender la subida de regreso a Díaz Vela comenzó a sentir cierta desazón por la carta del Banco. Había solicitado una prórroga de seis meses para una obligación cuyo plazo vencía en dos semanas más.
Tenía corazonada de negativa. Aunque podía leer en la calle, pues no pasaba de las cinco de la tarde, prefirió hacerlo en el patio de su casa. Sentado en un viejo sillón de forro verde, junto a los alegres limoneros que perfumaban el recinto, y mientras consentía que sus tordos le picotearan familiarmente los zapatos por las fajas del resorte, sobre los tobillos, encontró que su presentimiento había sido cabal. El banco se negaba a conceder la prórroga y exigía cortésmente la devolución de los diez mil bolivianos prestados por tres años con la garantía de la finca de Lomalarga.
El escarabajo travieso de la preocupación comenzó a rascar el descansado y apacible cerebro del terrateniente Díaz Vela, cuyo hijo menor había partido a Europa, hacía poco, con objeto de estudiar medicina en una universidad alemana. Él hallaba en su conciencia que no había sido puntual en los pagos de amortización fijados en la escritura de préstamo. Tampoco pudo serlo en los de intereses. Todo esto por ayudar a Rómulo cuya vida de estudiante provinciano con el título de "hijo de padres ricos" le costó caro en Cochabamba y ahora le costaba mucho más. Tampoco le demandaba poco gasto sostener el rango de su mujer y de sus tres hijas mozas, dotadas de belleza, imaginación y buen gusto para gastar el dinero con la elegante despreocupación que exigía el buen tono en la pequeña ciudad. Las rentas feudales eran crecidas, pero los gastos se sobreponían a ellas con gallarda preeminencia que por fuerza requería del crédito. Para salir de la deuda tendría que venderle al cura una de sus propiedades, sin duda la más pequeña, esa de Veladeros con seis colonos. Era una solución dolorosa. "



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