Ferreri

Marco Ferreri


 Italia | 1928-1997






















1958 | 30 años
Pisito, El  
Pisito, El
D: Marco Ferreri & Isidoro M. Ferry
M: Federico Contreras




















1959 | 31 años
Chicos, Los  
Chicos, Los
D: Marco Ferreri
M: Miguel Asins Arbó




















1960 | 32 años
Cochecito, El  
Cochecito, El
D: Marco Ferreri
M: Miguel Asins Arbó




















1967 | 39 años
Harén, El  
L´harem
D: Marco Ferreri
M: Ennio Morricone




















1968 | 40 años
Dillinger ha muerto  
Dillinger è morto
D: Marco Ferreri
M: Teo Usuelli




















1971 | 43 años
Audiencia, La  
L'udienza
D: Marco Ferreri
M: Teo Usuelli




















1972 | 44 años
Liza  
Liza
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




















1973 | 45 años
Grande Bouffe, La  
La Grande Bouffe
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




















1974 | 46 años
No tocar a la mujer blanca  
Touche pas à la femme blanche
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




















1976 | 48 años
Ultima mujer, La  
La dernière femme
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




















1977 | 49 años
Adiós al macho  
Ciao maschio
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




















1983 | 55 años
Historia de Piera  
Storia di Piera
D: Marco Ferreri
M: Philippe Sarde




Otros Films:

1963 L'APE REGINA
1964 SE ACABO EL NEGOCIO
1966 MARCHA NUPCIAL
1969 BREAK-UP
1969 EL SEMEN DEL HOMBRE
1979 CHIEDO ASILO
1981 ORDINARIA LOCURA
1984 EL FUTURO ES MUJER
1986 I LOVE YOU
1988 Y'A BON LES BLANCS
1991 LA CARNE
1991 LA CASA DEL SORRISO



Biografía:
    Director y guionista de cine, nacido en Milán. La trayectoria personal de una de las figuras más interesantes y controvertidas del cine europeo se inicia, al abandonar la carrera de Veterinaria, en unos comerciales publicitarios. Inmediatamente se involucró como productor en el rodaje de unos cortos de vocación informativa llamados Documento mensile (1950) en los que colaboran algunos de los directores más representativos del cine italiano de la época (Fellini, Visconti, Zavattini, etc.). Continuó su labor años después con Lo spettatore, una revista filmada en la que están también Riccardo Ghione y Cesare Zavattini, con la que pretendían, mensualmente, plasmar de modo realista algunas situaciones sociales. Fruto de la experiencia salieron seis episodios englobados bajo el título genérico Amore in cittá (1953), firmados por Antonioni, Fellini, Lattuada, Lizzani, Maselli y Risi. Como productor, además de lo realizado (Il capotto, 1951), intentó seguir adelante con otros proyectos (Donne e soldati, 1955) de los cuales salió mal parado, tanto que decidió buscarse nuevos horizontes profesionales, momento en el que salió de su país hacia España. Su estancia española comenzó con un trabajo como productor ejecutivo de Toro bravo (1956), una película de Vittorio Cottafavi. Ante la falta de oportunidades se aventuró en la comercialización de equipos ópticos para cine. Pero pronto tuvo la oportunidad de conocer a Rafael Azcona, un escritor que acababa de escribir con Luis García Berlanga el guion de Se vende un tranvía, aunque ya tenía en el mercado varios libros. Azcona-Ferreri va a ser un tándem perfecto a la hora de hilar fino sobre un cierto realismo español -o neorrealismo- cargado de humor negro, ácido y cruel, que se endurece todavía más por el ambiente en el que se ruedan las historias y por los personajes singulares que impregnan de corrosiva ironía sus vivencias. Es así como llegan a las pantallas tres películas que influyen terminantemente en la marcha del cine español de finales de los cincuenta, en un momento en que se buscaba un cambio de rumbo en cuanto a planteamiento temático y estético. El pisito aborda una historia de supervivientes, en la que el régimen moral que domina a la pareja de eternos novios impone conductas muy arraigadas en los estados anímicos de los individuos, espejos de la sociedad que les envuelve. En este sentido, la pareja vive pendiente de la muerte de la anciana, la única salida a la esperanza que sus marchitados cuerpos pueden tener para alcanzar una felicidad ya adormecida. En Los chicos se desmenuza un mundo sin perspectiva, la razón de ser de una vida que anhela aferrarse al horizonte de lo razonable pero absolutamente dudoso, en donde se impone el riesgo de una aventura efímera -en la que el adolescente se mueve en ese peligroso filo de transgredir las normas sociales- que se resuelve en la amarga experiencia de vivir.

Esta experiencia, sobre la base de la amistad y la convivencia, se desarrolla con otro giro en El cochecito, un magistral relato en el que la necesidad de compañía es capaz de llevar hasta extremos insospechados la actitud de un anciano que desea comprarse un coche para poder seguir y estar con todos sus amigos. Esta película es una historia del encuentro entre la marginación y la coexistencia, la falta de solidaridad por parte de quienes malviven en su existencia y la agresividad de aquel que aprecia los valores personales de los más desfavorecidos. También es el sueño, la ilusión de quien busca un aliciente que le permita respirar en un entorno vital y social adormecido. La rica aportación de Ferreri se ve contrastada con la rotunda postura que la Administración española de la época mantiene frente a la difusión de las películas, difusión que estará condicionada en todos los casos y que, tras duras polémicas, hará que éstas sean estrenadas con notables retrasos. Estas aportaciones, no obstante, llevaron a Ferreri a tener que abandonar el país, ya que fue considerado con gran diplomacia como persona “non grata”. De su estancia se llevaría el recuerdo de un trabajo agradecido con Azcona, con el que colaborará en varios proyectos posteriores. Tras instalarse de nuevo en su país, Ferreri fue poco a poco arremetiendo contra las estructuras sociales, el individuo, las tragedias personales y colectivas, los condicionamientos que pesan sobre el hombre desde el punto de vista moral, religioso, sexual. Ferreri busca comunicarse a través de todas y cada una de las historias que aborda, pero su conversación, contundente, agresiva y despiadada, no da margen a una posible maniobra evasiva. La existencia del hombre, su preocupación por el placer y la muerte, por la satisfacción y degradación de las relaciones entre los individuos, se pondrá de manifiesto desde Dillinger ha muerto hasta Los negros también comen, pasando por la corrosiva disección de la sociedad de la época en La gran comilona y la destrucción del hombre en Adiós al macho. La trayectoria de Ferreri es la historia de un director que a lo largo de más de treinta años ha luchado contra corriente y ha mantenido una coherencia creativa díscola en la que sus reflexiones son algo más que metáforas sobre la existencia de la contemporaneidad. Sus películas recibieron varios premios en algunos de los más importantes Festivales de Cine (entre ellos el Premio Especial del Jurado de Cannes, por Adiós al macho y, en el mismo festival, sendos premios a la Interpretación Femenina por L’ape regina y Historia de Piera).  © Emilio C. García Fernández


Galardones:
1 Sant Jordi El cochecito, 1961
1 San Sebastián Ordinaria locura, 1981
1 David de Donatello (Mejor director) Ordinaria locura, 1981
1 Nastri D'Argento Ordinaria locura, 1982
1 Berlin La casa del sorriso, 1991



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